OBITUARIO

Obituario: El entrimeño Jesús da Aira

Emigrante a la Francia, de la que presidente por aquellos años 60 el general De Gaulle, en busca de un trabajo que ya iba contratado de antemano para los que seguían aquellos cursillos que para emigrantes, ya en Os Milagros, ya en Baños de Molgas organizaba el Instituto Español de Emigración, entonces de la mano de José Luis Vázquez, a la sazón delegado provincial, que por aquí gran parte de sus descendientes aun moran, Jesús se iría por casi dos décadas de trabajo con su esposa Rosa, volverían a Madrid con otros trabajos y cuando la jubilación le alcanzó, la vuelta a la tierra tiró tanto a este hombre de Ferreiros como a su esposa, para residenciarse definitivamente en Terrachán, la capital entrimeña. 

La vuelta de Jesús, militante socialista de base, serviría para implicarse en el proyecto municipal encabezado por Ramón Alonso, del que fue fiel apoyo en varias legislaturas, donde su moderación y educación añadía un plus a su desempeño edilicio. Yo conocí a ambos cuando a principios del siglo fui con un proyecto de organizar una caminata de montaña, la decana de Galicia, donde me acogieron con más que cierto entusiasmo, si no desbordante al principio, si consolidándose en forma de amistad a través de los años, de lo que sería una caminata de larga distancia referente en toda la Comunidad. Jesús se implicaba, alentaba a su jefe de filas y si él no estuviese tan convencido, acaso pudiera frustrarse el proyecto, que ya el alcalde Moncho había aprobado, dejando al criterio de la organización todo el proyecto con el apoyo de  Jesús que estaba en cada anual evento, ya en la salida, ya en los aprovisionamientos, ya en la entrega de diplomas a los caminantes, convirtiéndose en  esa figura indispensable por su mesura, buen decir y esa disposición, echando una mano en el servicio de aprovisionamiento, en la meta, a ese equipo de mujeres dirigido por Pura Vázquez, la recordada maestra de unas cuantas generaciones.

Jesús ejercía en sus muchos ratos libres de buscador de troncos de árboles fluviales a los que tallaba para hacer figuras que luego barnizaba, lo que le dio para montar una exposición en su misma tierra, en el centro cultural que precisamente lleva el nombre de Pura Vázquez. Una muestra de un arte, que me recuerda al cultivado por estos pagos por Florencio de Arboiro. Jesús le daba su sello personal firmando con el seudónimo de Jesús da Aira. Creo que aún albergaba la idea de hacer unas cuantas exposiciones, aunque conociendo su humildad proverbial y su bonhomía no le creía capaz de promocionarse.

Jesús deja un vacío en el consistorio, aunque ya no edil ejerciente. Sus vecinos lo echarán de menos, sus colegas municipales, los habituales de las Camiñadas de Montaña o de las romerías pedestres a la Virgen da Peneda, y todos sus paisanos, aunque no muy dado a los ocios de taberna o café, allá donde tanto se platica con amigos sentados en una mesa al aroma de un café o al menos de una espumosa cerveza, o a las efluvios del vino.

Este buen hombre, reposado, paciente, que más escuchaba que hablaba, deja tres hijos que supondrán un alivio para su viuda Rosa. Yo pensaba que aun por más años estaría embarcado en este arte de dar forma a las raíces, trasmitir calma a su entorno e implicarse, como tantos, en el organigrama de una vida municipal a cambio de nada, si acaso de algún que otro sinsabor, pero, para mi sorpresa no fue así, aun considerando que no breve su cursus vitae.

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