REPORTAJE

Aceredo: las ruinas que atraen miradas

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El atractivo del embalse Lindoso no está en sus playas fluviales ni sus yacimientos romanos como ocurre en As Conchas sino en la posibilidad de ver, cuando la bajada del agua lo permite, los restos de pueblos como Aceredo, desalojado en 1992 por el (mal) llamado progreso.

Impresionantes, apocalípticas, bonitas o tristes son algunos de los calificativos que expresaban ayer los visitantes del viejo Aceredo, el pueblo de Lobios que, casi de manera periódica, emerge de las aguas de Lindoso dejando al descubierto la herencia que dejó la construcción de este embalse transfronterizo entre España y Portugal. Las escasas precipitaciones de este invierno unido a la política de aprovechamiento energético de la empresa EDP han reducido a menos del 290 metros la cuota de un embalse que, según los datos del Sistema Nacional de Información de Recursos Hídricos de Portugal, en diciembre de 2018 había bajado hasta los 24,7% de su capacidad.

El serpenteante caudal del Limia ya dejaba entrever, a partir del salto de As Conchas, que aguas abajo esperaba una situación excepcional que ha sacado a la luz casas y fuentes hasta ahora nunca vistas en Aceredo (parte del pueblo ya emergió en 2012 y 2017), pero también del viejo puente que comunicaba con Entrimo y del campanario de la capilla de Buscalque, otro de los núcleos que quedó sepultado en 1992.

Atraídos por las imágenes publicadas esta semana en las redes sociales o las llamadas de alertas de familiares, decenas de personas se colaron ayer entre las casas y calles del viejo Aceredo, un pueblo que llegó a contar con 160 vecinos y hasta cinco establecimientos comerciales, aunque no todos abiertos al mismo tiempo. "Vimos las fotos y nos animamos a venir a verlo, es muy chulo", comentaban los jóvenes Mauricio Pitarresi, Manuel Costa y Roxana Cutillas, de Caracas, Muíños y Ourense, respectivamente, quienes quedaron especialmente impactados por el estado de conservación de algunas viviendas, en cuyo interior aun se dejaban ver muebles y hasta un coche.

Pero no fueron los únicos turistas de un pueblo fantasma. Vecinos de Ourense, Celanova y mismo Vigo se dejaron caer durante toda la jornada por las laderas de este antiguo valle, que hoy se asemeja más a un desierto de tierra. "Son o fillo do Caseiro, aínda que emigrei con 14 anos de Aceredo, viña a ver aos pais sempre que podía. Agora cada vez que baixa o caudal veño a ver o pobo, pero esta vez foi a primeira vez que puiden entrar na miña casa", explicaba emocionado Pepe González, quien acompañado de su mujer Fina y un amigo, se atrevió incluso a subir a la primera planta de la vivienda.

Francisco Villalonga, otro de los hijos de Aceredo y fijo por estos lares cada vez que emerge de las aguas, el viernes optó por cogerse "un bocadillo y una cerveza" y pasar la jornada paseando por las calles y retratando cada lugar. "Pude beber el agua de la fuente de O Corgo, que hacia 27 años que no la veía, y recordar vivencias de juventud. Por mucho que lo vea, a mi esto se me hace muy duro", reconocía.

La alcaldesa de Lobios, Mari Carmen Yáñez, reconocía que se está convirtiendo en habitual que, cada cierto tiempo, la bajada del nivel del agua deje al descubierto las casas del viejo Aceredo. "Estaremos pendientes, pero lo normal es que la empresa cumpla con las cuotas que tienen estipuladas", apuntaba, al tiempo que optaba por ver el lado positivo "y después de la desgracia que fue en su momento la construcción de esta presa, ahora se está convirtiendo en un reclamo turístico".

De la curiosa estampa de estos días hay quien también ha visto cómo hacer negocio ilegal y vecinos de la zona relataban como, esta misma semana y de la noche a la mañana, los postes de la luz han aparecido en el suelo. "Los cortaron para llevarse el cable, es una forma de ataque moral al pueblo", apuntaba Villalonga.

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