Voluntarios gallegos regeneran el monte quemado de Muíños

voluntariosmuinos
El terreno afectado por el fuego del 7 de agosto acoge trabajos para frenar la erosión y recuperar la flora

La zona cero del penúltimo incendio en Requiás-Guntumil (Muíños), donde a principios de agosto el fuego devoró 50 hectáreas del Parque do Xurés, arrasando la flora, acabando con parte de la fauna e incluso dañando una motobomba, es el escenario donde se desarrolla el campo de trabajo liderado por la Xunta de Galicia, con la colaboración del Concello de Muíños, y de la mano de Sustinea.

Los tristes acontecimientos de la primera semana de agosto obligaron a cambiar de ubicación, pero no la temática del campo de trabajo de 2020. "Muíños es un concello tradicionalmente castigado por el fuego, el año pasado hubo incendios y el de 2017 fue devastador. Íbamos a actuar allí pero, dados los últimos fuegos, se decidió ir a Requiás", explicaba Lalo Blanco, director del campo en el que participan una decena de jóvenes gallegos, en su mayoría universitarios con carreras relacionadas con el área social. 

Los motivos que han llevado ha estos jóvenes de Betanzos, Lugo, Ourense, Pontevedra o Vigo hasta este rincón en la "raia" con Portugal son, por un lado, el enriquecimiento personal al poder desarrollar una tarea en beneficio de la comunidad y también la experiencia resultante de la convivencia y el intercambio de experiencias que surge tras compartir 24 horas durante 12 días. "Este año, por el covid-19, los participantes son gallegos, pero cuando son internacionales, el aprendizaje es mucho mayor", apuntaba Blanco.

A 800 metros de altura, los participantes siguen el ejemplo del trabajo silencioso y, en muchas ocasiones, solitario, que realizan diferentes colectivos vecinales y medioambientales del Xurés, un parque natural duramente azotado por las llamas cada año. Sobre un terreno que recuerda a un desértico paraje lunar, con un intenso olor a quemado y con las raíces aún calientes, trabajan los voluntarios gallegos que, a pesar de llevar varios días en la zona, todavía no se han acostumbrado a ver todo del color del dolor. "Este año ya se sabía que la actuación iba a girar en torno a los incendios y la gente viene con muchas ganas, pero al estar aquí, ver los restos de animales calcinados, las cenizas pasando por encima de uno cuando se levanta el viento,.... Dan escalofríos. Te quedas con la boca abierta. Eso es un atentado", lamentaba Lalo Blanco.


Nendo dango


En estos primeros días, la actuación se centra en la colocación de barreras naturales antierosión para evitar el arrastre de las cenizas y que éstas no devasten la flora o acaben en los cauces fluviales. "Primero analizamos el terreno y después utilizamos las piedras y palos quemados para hacer esas pequeñas presas", describía Blanco, quien apunta que "como estos días ha llovido, veremos el resultado sobre el terreno". 

La segunda parte del campo de trabajo consistirá en la reforestación siguiendo el método del nendo dango, que consiste en introducir las semillas de ejemplares autóctonos en una bola de arcilla "que las protege hasta que llegue el momento de su afloración natural", explicaba el director.

Antes de decir adiós a esta atípica edición marcada por el coronavirus, los voluntarios participarán en jornadas de sensibilización, con la emisión de videos sobre la actividad incendiaria y sus consecuencias, contando con el testimonio de quienes luchan cara a cara contra el fuego.

Te puede interesar