Algún día le contaré a Fabio?

Algún día le contaré a Fabio como era su abuelo. No quien, ya que eso lo podrá averiguar el. Como lo afirmara de alguien un clásico griego, el abuelo de Fabio tenía su tesoro donde tenía su corazón. Hombre bueno (-al final de sus días me dijo que no le guardaba rencor a nadie-), extraordinariamente culto, catedrático (sin cátedra) de historia, amante de la buena comida (aunque odiase las lentejas y el bacalao), del liquido imponible como definía al buen vino, del mar, de un buen partido de futbol o de una película clásica pero sobre todo de su Quiroga natal, de su Orense, de su Galicia.
Siempre decía que estaba gordo de no discutir. Siempre me decía que era mejor escuchar y callar. Y siempre tenía razón porque la razón es el principio de la sabiduría.

Algún día le contaré a Fabio que su abuelo fue la persona con la que he pasado, probablemente, los mejores ratos de mi vida. Le contaré ?no sin su único gracejo- el sinfín de anécdotas, chistes, bromas y chascarrillos que gracias a su memoria infinita no se cansaba nunca de contarme. Recuerdo con especial cariño aquella del túnel; les cuento: licitaba la Diputación la construcción de un túnel ya no recuerdo donde. Después de pasar por el despacho del abuelo de Fabio la mayoría de las constructoras de la provincia un día se le presentan dos hermanos y le espetan al abuelo: 'Mire D. Victorino, nos queremos facer o túnel pero non temos constructora ni empresa ningunha. Temos duas palas e empezamos un por cada beira do monte e ata que nos encontremos'. Atónito, el abuelo de Fabio les pregunta: ¿Y si no se encuentran? A lo que uno de los dos hermanos le contesta: 'Mellor D. Victorino, así ten dous polo precio dun'. Recuerdo que aquella respuesta tuvo su premio.

Algún día le contaré a Fabio que me acuerdo casi todos los días de su abuelo y cuando llega ese momento del día me río acordándome de las historias del abuelo y del abuelo. Pero eso algún día se lo contaré a Fabio.

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