Como ciudadanos, estamos asistiendo a un sinfín de efectos de los recortes en la sanidad pública. Los medios de comunicación reflejan día sí día también los tijeretazos a los presupuestos sociales, de mayor o menor virulencia dependiendo de cada comunidad. Y estos recortes se dan precisamente en aquellas que ya que gestionan prácticamente el 80% del presupuesto que corresponde a Sanidad, quedando el resto en manos del Gobierno central. Aunque lo malo de esto es que las autonomías no siempre dedican todo este presupuesto a la sanidad.
Intentan, reiteradamente, influir en la población de que nuestra sanidad pública es cara, pero esto es mentira. ¿Por qué no exponen en los medios de comunicación lo que destinan los demás países de nuestro entorno a sanidad y lo que destina el nuestro? Somos el país con la mejor cobertura asistencial en materia sanitaria pública con el menor % del PIB destinado a Sanidad.
Algunas comunidades como Cataluña desmantelan el sistema sanitario público de una forma clara y rotunda; otros lo anuncian, como Castilla-LaMancha, Valencia, Madrid, etcétera. Y otras no lo anuncian, pero lo llevan a cabo de forma sibilina y con hechos consumados como es el caso de Galicia.
¿Han optimizado los servicios hospitalarios? ¿Han dejado de sufragar gastos superfluos? ¿Han dejado de subvencionar absurdos? ¿Han prescindido de consellerías? ¿Han prescindido de gastos suntuosos? ¿Han dejado de nombrar a dedo a sus acólitos? ¿Han gastado las partidas según prioridades? ¿Han desmantelado chiringuitos y administraciones paralelas? No. Pero ponen en riesgo el derecho, la calidad de la atención sanitaria.
Algunas comunidades como Cataluña desmantelan el sistema sanitario público de una forma clara y rotunda; otros lo anuncian, como Castilla-LaMancha, Valencia, Madrid, etcétera. Y otras no lo anuncian, pero lo llevan a cabo de forma sibilina y con hechos consumados como es el caso de Galicia.
¿Han optimizado los servicios hospitalarios? ¿Han dejado de sufragar gastos superfluos? ¿Han dejado de subvencionar absurdos? ¿Han prescindido de consellerías? ¿Han prescindido de gastos suntuosos? ¿Han dejado de nombrar a dedo a sus acólitos? ¿Han gastado las partidas según prioridades? ¿Han desmantelado chiringuitos y administraciones paralelas? No. Pero ponen en riesgo el derecho, la calidad de la atención sanitaria.
