lA CRISIS COMO DISCULPA

Los análisis de la sociedad en crisis se centran preferentemente en las apariencias sin profundizar en sus causas.
Cuando se provoca una crisis, en realidad se quieren cambiar las reglas de juego, los actores y los valores en los que se ha sostenido gran parte de la actividad social y política. En realidad, lo que subyace en esta crisis es un cambio de cultura. El mérito logrado a través del trabajo manual ha perdido vigencia, al menos relativa y se da paso a otros valores propios del capitalismo, como puede ser la investigación, la innovación, el progreso, el pluralismo, la globalidad, ahora exigidos con mayor urgencia. Ahora parece que se prefiere la estabilidad de las grandes empresas y asegurarse la conservación de lo obtenido. Se ha limitado el riesgo y la aventura creativa.

Aunque la crisis se manifiesta ahora con virulencia, viene de lejos. Los movimientos del 68 dieron paso a los desmontajes de sistemas sociales organizados sobre un orden rígido y unas sociedades altamente jerarquizadas, en la que cada ciudadano tenía un puesto asignado de por vida. La revolución conservadora promovida desde la administración Aznar fue un intento de controlar este proceso. La mezcla de pseudo liberalismo en lo económico y rigidez conservadora en lo moral y cultural retrasó el estallido cultural, pero no ha podido negar la necesidad de una reorientación de la organización de la sociedad.

Un grupo de sociólogos y economistas propugnan medir el bienestar social a partir de otros indicadores. Una de las razones por las que la mayor parte de la gente percibe que está peor, aunque el PIB medio suba, es porque siente que su vida es más insatisfactoria. Cuando se producen grandes cambios en la desigualdad, o en la distribución de los ingresos, puede que el PIB no proporcione una evaluación adecuada de la situación en que se encuentra la mayoría de la población.

La crisis social nos ofrece una gran ocasión para conseguir que la reconsideración de los valores dominantes desarrollen los que dinamizan las sociedades progresistas emergentes y no de-semboquen en los valores del neconservadurismo.

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