Daños colaterales. Réplica de Galicia Bilingüe

Entre las dificultades a las que tiene que hacer frente una asociación civil independiente está la de padecer el daño colateral de los rifirrafes políticos que la rodean.
Es lo que le sucedió a Galicia Bilingüe el domingo pasado en las páginas de La Región. La ventaja, al tratarse de un medio serio, es que se nos da la posibilidad de dirigirnos a sus lectores. En tono crítico a la política lingüística del Gobierno, el fondo del artículo trasladaba la idea, acertada, de que el presidente Feijóo no ha contentado ni a los sectores favorables a ir más allá del sistema del bipartito, ni tampoco a quienes esperábamos que cumpliera su promesa de poner en práctica una política europea de libertad de elección de lengua.

Pero al empequeñecer el apoyo social a los cambios prometidos por Feijóo, se hicieron dos afirmaciones que no se corresponden con la realidad. La primera al calificar como anti lengua gallega el que se reclame una administración bilingüe, que no se condicione la concesión de ayudas públicas al uso de una lengua determinada, o que los estudiantes tengan como herramienta de estudio la lengua en la que prefieren aprender, algo que en las demás democracias con dos lenguas oficiales no se cuestiona, y que se aplica sea cual sea el signo político del gobierno, sin que a nadie se le ocurra tacharlos de anti galés, anti irlandés, o anti finlandés, por ejemplo.

La segunda inexactitud fue el afirmar de soslayo que Galicia Bilingüe es una asociación con pocos apoyos. Nunca hemos alardeado del número de socios y colaboradores directos de GB; nos parece que lo importante es si nuestra argumentación es sólida, si resiste el derecho comparado, y si nuestras propuestas son homologables a la de otras democracias; pero es sencillo encontrar en las hemerotecas de prensa nuestra entrega de apoyos ante la Xunta de Galicia, la de más de 102.000 gallegos con nombre, firma y DNI; la más numerosa entrega de la historia de Galicia conseguida a pie de calle, en poco tiempo, sin apoyo de partidos ni sindicatos, y con algún que otro fanático pisándonos los talones. Entre esas firmas están las de miles de ourensanos.

Te puede interesar
Más en Cartas al director