Debate en las ondas

En mi última participación como comentarista en la emisora de radio de la ciudad en la que vivo, los tertulianos invitados al programa desgranamos un par de temas de actualidad local, justo antes de debatir la controvertida reaparición televisiva de José María Aznar. Tras felicitarnos por la renovación del distintivo de bandera azul de la playa de El Prat, en otro tiempo, insalubre arenal en el que las autoridades sanitarias recomendaban no bañarse, abordamos el viejo asunto del Centre Artesà (1919), un histórico edificio dejado de la mano de Dios, que reclama una urgente intervención.
La verdad es que este municipio de la comarca del Baix Llobregat, que fue tierra de barro y de paludismo, no tiene demasiada historia. Su Ayuntamiento se constituyó hace algo más de 300 años; antes había sido la parroquia de Sant Pere i Sant Pau, dependiente de la vecina localidad de Sant Boi de Llobregat. Su patrimonio histórico, por lo tanto, no es abundante. La iniciativa privada promovió, seguramente, el legado más emblemático: el edificio modernista de la granja de La Ricarda (1910), que el empuje aeroportuario obligó a trasplantar al barrio de las Palmeras.

Asimismo, la iniciativa popular impulsó en su día el Artesà y, ahora, Iniciativa per Catalunya-Verds, la formación política que gobierna el municipio desde el advenimiento de la democracia, se ha mostrado incapaz de dar una salida digna a un edificio en estado ruinoso. En sus tiempos de esplendor, el Artesà fue teatro, cine, café, salón de baile y de reuniones clandestinas, entre otras prestaciones. Ahora mismo, el edificio oculta su degradación tras un muro que reclama su demolición. Los vecinos del núcleo antiguo de El Prat exigen salvar 'un patrimonio arquitectónico y humano de gran valor para la comunidad'.

Sobre la movida en contra del proyecto de la mina de feldespato de mi villa natal (Xinzo de Limia), no hubo tiempo para opinar.

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