Don GUMERSINDO: SENCILLO Y HUMILDE

Era un hombre sencillo, discreto y humilde. Un buen sacerdote que huía siempre de los primeros planos y que, sobre todo, sabía sufrir en secreto y soy testigo de ello. Se entregó por entero a la parroquia de San Cibrao das Viñas.
Este era Don Gumersindo Alonso Iglesias (Louredo, 10.2.1921-Ourense 10.10.13) que acaba de fallecer. Era sacerdote desde 1946 habiendo desempeñado su labor pastoral en Ceboliño, Santa Marina do Monte, Pazos do Arenteiro, y en San Cibrao das Viñas y Rante desde noviembre de 1956

Cuando ya no pudo más y juzgó oportuno, en 1995, se jubiló.

He vivido de primera mano un hecho que prueba cuanto decimos de este sacerdote de gran bondad. Algunas personas le hicieron sufrir, y mucho, de lo que soy testigo privilegiado. Se empeñaron en acusarlo de que había enajenado cosas de plata de la parroquia. La denuncia llegó al Obispado y, personalmente, como delegado entonces de patrimonio comprobé que era falsa la denuncia.

No siendo suficiente lo anterior lo denunciaron a la delegación provincial y Don Jesús Ferro Couselo creyó la denuncia. Llamó al Obispo para decirle que era cierto, que él lo sabía de buena fuente. Era una tarde de domingo y el Obispo, Mons. Temiño, le respondió que para comprobarlo fuésemos él y yo a San Cibrao. Así lo hicimos sin avisar previamente al cura. A la puerta de la casa Don Gumersindo nos dice con toda su inocencia: 'Salvo que me lo hayan robado, sé donde tengo todo guardado, suban'. Ferro le dijo algo que a mi me dolió: 'No empiece a disculparse, señor cura'. Intervine para decirle: 'Por favor Don Jesús, delante de mi respete a los curas'.

Cual será la sorpresa cuando al llegar a la sala donde estaban las cosas, abrió con llave un armario y allí estaba todo cubierto de telarañas, lo que probaba que nunca habían salido de allí desde hacía tiempo?Tuvo que agachar la cabeza Ferro Couselo y mi enfado fue mayúsculo?Así acabó aquello revelador de la honradez del sacerdote. Así lo vi y así doy testimonio para la historia.

Hoy en el cielo sin duda le dará un abrazo a quien admitió sin más la palabra de una acusación falsa.

Descanse en paz Don Gumersindo con un fuerte abrazo de éste que bien sabe siempre le defendió. Su familia y sobre todo su sobrino sacerdote pueden estar orgullosos de la rectitud de este sacerdote entregado sencillamente a su ministerio.

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