DE COMO UN FRADE ESCLARECIÓ UN FRAUDE

Antonio Meño, por fin, descansa.
Puede presumir, allí donde su alma merecidamente repose, de parientes coraje que no han hecho sino demostrar a la sociedad española el tesón, la perseverancia y, fundamentalmente el amor a un hijo. No se trata de una muerte más fruto de otra negligencia médica de insidiosa resolución. Antonio, estudiante de Derecho, deseaba justicia. Nada pretencioso en los tiempos que vivimos ¿verdad? Las más de dos décadas de dilación del denominado 'caso Meño' con sentencias de difícil comprensión por parte de diversos tribunales y un fraude (entiéndase fraude como engaño) en la declaración realizada por un médico anestesista, no hicieron más que profundizar en un calvario, aún mayor si cabe, para Antonio y su familia.

No deja de ser curioso que el pasado domingo, 28 de Octubre, fuese memorado en el santoral San Judas Tadeo: 'Patrono de las causas perdidas'. El calificativo Tadeo hace referencia a la cualidad de valentía. Este adjetivo de valiente bien se le puede atribuir a mi colega de profesión doctor Frade. Fue éste, el médico que en plena Plaza Jacinto Benavente de Madrid, viendo el injusto proceso que padecían los Meño, se decide a dar el paso para reclamar el falso testimonio levantado por el anestesista. Frade, que era un recién licenciado en Medicina y Cirugía cuando ocurrieron los hechos, pondría en valor la lealtad que un buen galeno tiene que mostrar y ejercer con el enfermo.

Aprovecho para recordar la etimología de la palabra 'frade', del latín Hermano y reafirmarme en la creencia de que la profesión médica se define por la complejidad de los conocimientos necesarios para el ejercicio del 'medere', es decir, cuidar, la vocación de servicio así como el compromiso con unos elevados valores éticos. Ser profesional significa manifestar día a día la interiorización del altruismo, la dedicación plena al servicio de los pacientes y el respeto a la persona como actitud fundamental. Nuestro Código de Deontología Médica, en su artículo 5 nos recuerda que: 'La principal lealtad del médico es la que debe a su paciente y la salud de éste debe anteponerse a cualquier otra conveniencia'.

Por otra parte, Antonio salió del coma hacia un punto final en esta tierra en la que nosotros seguimos con una Sanidad en puntos suspensivos.

Te puede interesar
Más en Cartas al director