el fruto de la educación

En muchos ambientes actuales se piensa que los esfuerzos que realizan los padres y los centros educativos en orden a educar a los chicos son ineficaces y no consiguen sus objetivos.
Ante esta desesperanza es bueno aprender de la Historia y observar los buenos ejemplos que nos presenta. Uno de ellos es el caso de Fernando III, rey de Castilla y León (1198 a 12252). Su madre, doña Berenguela, le alimentó con la leche natural y con la leche de las virtudes. Esta labor educativa esmerada tuvo sus frutos en la formación humana y cristiana en Fernando que llegó a ser un rey querido y admirado por todos sus súbditos y por algunos reyezuelos musulmanes. Fue el rey de la Reconquista que más territorio arrebató a los invasores. Pero su triunfo más importante fue que alcanzó el Cielo. Otro caso parecido es el de San Luis, rey de Francia, educado por doña Blanca, hermana de doña Berenguela. El esfuerzo de las dos hermanas consiguieron dos hijos reyes y santos.

El ejemplo contrario lo tenemos en don Álvaro de Lara, coetáneo con San Fernando, que se comprometió bajo juramento que no quitaría pueblos ni castillos a otros nobles, que no haría la guerra a los comarcanos, ni exigiría nuevos tributos a sus vasallos. Pero don Álvaro no tenía ninguna formación humana ni cristiana y jamás pensó cumplir los compromisos jurados. Pensó que su derecho llegaba hasta donde llegaba su fuerza. Es la conducta coherente de un hombre sin ninguna formación. Ante la desesperanza actual.

En la labor educativa observamos en los casos anteriores que cuando coinciden la libre voluntad del educando y la labor esforzada de los padres y profesores, el resultado de sus esfuerzos siempre es positivo.

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