GIL CARLOS MARTÍNEZ-RISCO, REFLEJO DE BONDAD

n n nMuchas veces en la vida nos asalta la sorpresa. De pronto, un pensamiento ejecutado, traducido en una llamada nos alertaba, dejándonos inquietas. Con suma cautela, dada la gravedad de la enfermedad y por ende de la situación, levanté el teléfono con el sentimiento del deber de acompañar a nuestra familia, cuando rápidamente era acogida complacidamente nuestra compañía.
En medio del disgusto, preocupación, dolor, espera angustiosa, reinaba en el entorno familiar una aceptación, entereza y fuerza que sólo de Dios puede venir, se desprendía del buen olor de aquellos que viven desde él. Esto fue una realidad que rezumaba en el ambiente y apreciado por aquellos que viven desde la profundidad de las cosas. Desde esta tónica también reinaba la sencillez, la acogida, naturalidad y pluralidad, pues todos teníamos cabida. Rara vez se puede uno encontrar tanta paz y tan en paz, en una situación de por sí dolorosa, humanamente hablando.

Todo tiene sentido desde la fe. Ni más ni menos, estábamos sintiendo en aquello lugar lo que tú, Gil Carlos, reflejabas como persona, y aquello que tú estabas empezando a vivir en esa vida ya transformada. Esa paz, sencillez y acogida era reflejo de todo lo que tú desprendías como ser humano. ¡Era un gusto tu cercanía! Siempre con alegría, como persona afable que siempre fuiste y que, sin lugar a duda, sigues siendo, pero incrementado en el Señor, donde ya gozas en plenitud de todo lo que dejabas sentir.

Como Él, también tú fuiste al encuentro del Padre, en medio de tormenta y lluvia que limpiaba todo lo que dejabas a tu alrededor; alguien querido para ti lo reflejó así: 'El cielo está llorando'. Sí, ciertamente lloraba de alegría por dar acogida a un ser tan maravilloso, que se dejó sentir a través de esa mujer extraordinaria y excepcional, María Dolores, siempre a tu lado con una aceptación y compañía permanente en el declinar de tu vida y de esos hijos que como una piña y gran calidad humana te arropaban. Sois, digo bien, sois un ejemplo de familia.

¿Sabes Gil?, todos tus seres queridos sentimos muchísimo tu marcha, pero la gracia divina derramada a través de tu persona caló de tal manera en cada uno de nosotros que se manifestó en sentimientos profundos de afecto y unión, fruto de todo lo que ya estabas consiguiendo.

Todo se puede desde el amor auténtico, incondicional, que no se rompe ni se desliga por cambiar de lugar, sino que se intensifica, crece y fortalece en Dios.

Siempre seguirás vivo en mi corazón a través de ellos.

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