PRIMAVERA EN OURENSE

Amanece y la bruma envuelve en silencio y humedad los árboles solitarios que se mueven lentamente con el viento de la mañana y la lluvia persistente limpia la tierra para que brille como nueva.
La orilla del Miño tiene un ambiente que parece creado para inventar leyendas y contarlas. Más allá del oro de sus aguas, en cada recodo del río se puede ver y oír algo mágico, como si las meigas tomaran vida en este silencio musical, así no extraña que por estos lares terminaran las peregrinaciones de los que buscaban la soledad para apartarse del mundo y rezar con la naturaleza, porque si todos los caminos conducen a Roma, en Ourense todos nos llevan a las orillas del Miño, aunque sus aguas ya no traigan oro. Pero el río es el centro, el padre espiritual del pueblo, aunque se haya ido modernizando y actualizando para hacer vivir mejor a sus hijos y sus tiempos dorados sean sólo recuerdos.

Nuestra ciudad, que fue cuna de reyes y testigo privilegiado de la historia, además de grandes hombres que permanecen en la literatura y en el arte, necesita que los políticos recuperen el espíritu, o hay que decir el sentido común, para recuperar la grandeza que por su origen le corresponde.

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