Ahí quedó para escándalo de todos la estafa de las preferentes, y ahí quedó también la quiebra de Bankia, de cuyo expolio a nadie interesaba dar cuenta. Seguimos dando la impresión de no poder con ellos; de una Justicia entretenida con el Gobierno de turno. Tan bien se lo montan que uno se pregunta si las leyes sólo sirven para amparar los intereses de casta de quienes tanto delinquen. Esa es la primera conclusión a la que uno llega después de los escándalos que periódicamente salpican este país en tanto que el Estado de Derecho salta por los aires.
Mientras, las cárceles siguen llenas de vulgares chorizos sin que en muchos casos haya tenido el abogado competente que defienda sus intereses. Bueno sería replantearse ya el verdadero papel de nuestro CGPJ, de la composición de sus órganos o la elección de sus cargos con independencia de su conocida sumisión al partido de turno (o sus intereses paralelos). Tras el sucio ejemplo del que fue el presidente del más alto órgano de la Justicia española, señor Dívar, por supuesta malversación de fondos ¿cabría mayor escándalo en la Justicia española? Pues sí señores, claro que cabe: apenas nos acaba de salpicar la cagada de don Pascual Sala con sus dispendios de 5,8 millones y ya veremos en que queda.
En la medida que los ciudadanos crean o no en la justicia, y en la rectitud de sus jueces, pondrán en sus manos la resolución de sus diferencias, pero mientras que la idea sea que las decisiones se inclinan del lado de los que tienen más poder, cada vez se producirán más casos Gordillo, porque las leyes devienen injustas.
En la medida que los ciudadanos crean o no en la justicia, y en la rectitud de sus jueces, pondrán en sus manos la resolución de sus diferencias, pero mientras que la idea sea que las decisiones se inclinan del lado de los que tienen más poder, cada vez se producirán más casos Gordillo, porque las leyes devienen injustas.
