Responsabilidad de ciudadanos insolidarios

En respuesta a la carta sobre el presunto problema de la calle Barros Sibelo, que no es ‘mi calle’, como dice el tal señor Estévez, sino la calle de todos los ciudadanos, que con nuestros impuestos la mantenemos a pesar de la pretensión de una minoría de vecinos de utilizarla como propiedad privada obstaculizando el paso de los peatones mediante una cadena, me gustaría puntualizar una serie de cosas como vecina y afectada:
Primero. No se puede cerrar una calle peatonal y pública a los ciudadanos impidiéndoles el paso con una cadena como si se tratara de una propiedad privada, induciendo, como ha inducido al error durante años a los peatones que pretendían acceder a dicha calle que al verla cerrada con cadena y candado no pasaban creyendo de que se trataba de un paso privado, siendo como es una calle que pagamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos.

Segundo. La responsabilidad civil de una infracción de tráfico es del que la infringe, no de la Administración. Aviados estaríamos si cada vez que se produce una violación de la ley por parte de un ciudadano fuera responsable la Administración. Pienso que el que ha escrito la carta desconoce profundamente lo que significa el Estado de Derecho. Aquí, señor mío, a Dios gracias nadie es dueño de lo ajeno, en este caso de lo que es de todos, como es una calle del Concello, y todos tenemos responsabilidad civil o penal cuando infringimos la ley.

Tercero. Como vecina y por tanto afectada, puedo asegurar que en ningún momento los coches que entran en dicha calle peatonal van a una velocidad peligrosa, primero porque la mayoría son furgonetas de reparto de los supermercados cercanos que acercan la compra a los vecinos y es imposible la velocidad en una calle de muy pocos metros de longitud y cuya salida está cortada. Sin embargo es peligrosa una cadena como la que había hace un tiempo colocada por algunos vecinos, que parecen haber hecho como propia aquella desafortunada frase de ‘la calle es mía’, que impedía el paso a ambulancias, como ocurrió en su momento, y a los ciudadanos, muchos de ellos inválidos o ancianos, que se veían de esta manera imposibilitados de acceder a la calle, ya que apenas hay aceras y la cadena cortaba la calle de extremo a extremo, lo que provocaba tropiezos y caídas, como así ocurrió en su momento.

Cuarto. Es muy triste que en una sociedad como la en día, una sociedad democrática en la que afortunadamente cada vez se derriban más barreras arquitectónicas, todavía haya individuos insolidarios que intentan impedir el paso a una calle pública o dificulten el acceso a sus conciudadanos, no respetando lo que significa espacio público con excusas absurdas y ridículas.

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