Talante Obama


La certeza de que el capitalismo no durará siempre sino sólo el tiempo que resta hasta la llegada del fin del mundo, no es una certeza religiosa sino ecológica: se basa en el carácter natural del sistema capitalista, el cual evoluciona incesantemente y del cual cabe registrar logros cuando introduce el alma humana en la cadena de producción y también computar miserias cuando conceptúa a la persona como mera fuerza de trabajo/consumo.

A lo largo del año 2008 Barack Obama sedujo al planeta con su voz de soul y pulido estilo. Pero tras oír crípticas intuiciones suyas sobre la posibilidad de que ‘todo va a ser nuevo bajo el sol’, no puedo evitar pensar que quizás Barack nos las está dando con queso. La calidez del yes we can pronunciado en horas de mitin al sinergizar con la tradicional ola antiBush instauró el imprescindible dream-team capaz de derrotar al viejo marine John McCain prisionero de guerra del Vietcong.

Ahora bien, el yes we can cumple función de consigna emotiva y carece de todo valor programático; por tanto no será creíble en tiempo ordinario si la emoción que suscita cierra paso al componente racional del discurso obamiamo y sobre todo a los hechos contantes y sonantes que, en definitiva , serán los que canten. Qué decepcionante sería el horizonte de un Obama populista vendedor de ilusiones y poco más.

De momento no tiene objeto anticipar presagios pesimistas -serían infundados-. Sí en cambio, conviene estar atentos para ver que tipo de material despliega la atractiva carcasa negra. Me gustaría que B. Obama no tuviera que pagar hipotecas electorales a ningún lobby de la cultura de la muerte. Que su pacifismo no sintonizara con el pacifismo hippie. Que su saber estar y su juego limpio fueran expresión de un previo sentido trascendente de la vida y no consecuencia de un duro trabajo de estética de actor studio.

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