’Ubi homo, ibi societas’

Dicho latino que nos sitúa en la idea aristotélica de que el hombre es un animal político. Este título, que no elijo al azar, significa ’dónde está el hombre allí está la sociedad’, es decir que somos seres sociales por naturaleza y hemos de convivir con nuestros semejantes por razones de existencia existencial.

La vida en sociedad es inherente a nuestra condición humana, y por ello todo ser humano tiene derecho a hablar, cuidar, mimar, gestionar, alimentar y desarrollar esa vida en sociedad.
Y eso es política, y tal tarea no le está vetada a nadie en los países que gozamos de la esencia de los valores democráticos: defensa de la libertad y de los derechos humanos en base a la libertad de expresión, la tolerancia y el respeto a las ideas de los demás.

Efectivamente, nuestra Constitución en su artículo 20 consagra la libertad de expresión, pero repito, libertad de expresión para todos, para todos los partidos políticos y para los obispos católicos, anglicanos, luteranos, ortodoxos, baptistas, metodistas, etcétera, y también para los imanes musulmanes o los líderes budistas, judíos o de cualquier otra creen cia u organización que se establezca dentro de los límites del respeto al otro. Y eso les digo a los señores del PSOE, a los del PP y a los obispos, enfrascados en una crispación inútil cuando lo que en realidad está ocurriendo es pura normalidad al amparo del artículo 20: cada uno defendiendo sus posturas. Y nadie debe sentirse atacado ni dado por aludido, cada uno defenderá sus posturas y a la postre los ciudadanos decidirán.

Pido educación, reflexión, y un repaso a la historia para no repetir sus errores, y sobre todo mucha lectura de los documentos que sustentan nuestra democracia, de manera especial la Declaración Universal de los Derechos Humanos y nuestra propia Constitución.

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