Sobre el uso excesivo de los artilugios digitales

Mis hijos, mis amigos y supongo que, pronto, mis nietos, todo el mundo enganchado al celular; a todas horas, incluso, a la de sentarse a la mesa para comer.
En lugar de una conversación sosegada, sin molestos intermediarios, son los teléfonos móviles, y otros sucedáneos digitales, los que interfieren y contagian, como una auténtica peste las relaciones humanas. No lo puedo soportar, pero es que me saca de quicio iniciar un diálogo con alguien y que la charla se tenga que interrumpir repetidamente por culpa del móvil de las narices. 'Érase un hombre a una nariz pegado', ¿recuerdan el famoso soneto satírico del genial Francisco de Quevedo dirigido a Luís de Góngora? Pues eso, ahora más bien pudiéramos suplirlos por estos otros versos: 'Érase un hombre a un móvil pegado?'.

Para intentar poner coto a tan disparatada sobredosis de móviles, y demás miembros de la gran 'familia' digital, se tendría que tomar alguna medida al respecto, mucho más eficaz que la que años atrás me topé a la entrada de una ermita: 'Por favor, apague el móvil. Para hablar con Dios no lo necesita', rezaba un bienintencionado cartelito que casi nadie respetaba. Una vez que he desembuchado lo que tenía in mente, sería un cretino si no reconociera las enormes ventajas que comportan las modernas tecnologías que configuran la llamada sociedad de la información; mas mi modesta intención no es otra que intentar alertar sobre los efectos perniciosos que suele provocar el uso indebido de tan sofisticados aparatos. He observado a jóvenes que no paran de teclear el dichoso móvil y luego son incapaces de entablar una conversación.

Pero lo más lamentable de todo este asunto es que, según un reciente estudio del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, las adolescentes denuncian un incremento de agresiones físicas de sus parejas y un 25% de ellas reconoce que sus novios les 'controla toda su vida por el móvil'.

Y para poner punto y final a esta misiva otoñal, rescato unos apuntes que guardo en mi libreta de notas: 'Nos estamos comportando como 'Homo Stupidos' en lugar de Sapiens'. La frasecita de marras, que no es mía, pero que la comparto plenamente, es del sociólogo, Francisco Lozano, autor del libro '¿Por qué nos extinguiremos?', en el que escribe que el futuro pasa por un mundo más sostenible.

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