140 años del best seller de Curros Enríquez

Veinte versos que, en la tercera edición de 1886 se elevaron a los 34 definitivos, componen el primer libro de poemas en gallego que Manuel Curros Enríquez (1851-1908) publicó en junio de 1880. "Aires d'a miña terra" es una recopilación de las composiciones escritas en diferentes momentos de su vida ("Cantiga" data de 1864) y que lo consagraron como el gran poeta del pueblo. Un defensor de los oprimidos que no escondía su anticlericarismo y anticaciquismo, y que siempre demostró un profundo respeto por los valores de la cultura tradicional gallega. Figura clave del "Rexurdimento" gallego, junto con Rosalía de Castro y Eduardo Pondal, la opera prima de este vecino de la celanovesa calle Arriba se vio enturbiada por la denuncia que, a pocos días de ver la luz la obra, le interpuso el obispo de Ourense Cesáreo Rodríguez. A pesar de que la publicación había contado con la autorización del Gobierno Civil, el máximo representante de la iglesia en la provincia consideró que los versos de "A igrexa fría" y "Mirando ó chau", principalmente, atentaban contra ciertos dogmas de la religión católica y, además de iniciar una caza de brujas contra el autor y su obra desde los púlpitos de los templos ourensanos, instigó la denuncia presentada en el Juzgado de la ciudad. La instrucción del sumario llevó aparejado el secuestro de los ejemplares existentes, algunos textos de la época hablan de la "destrucción de los moldes impresores", pero provocó que la noticia saliese en casi todos los periódicos nacionales en una campaña que provocó un mayor interés entre los lectores, comparable tal vez con lo que le sucedía recientemente a "Fariña" de Nacho Carretero. "Como sucede siempre, esta persecución ha animado el interés del público, que agotó en poco tiempo la primera edición y pide con afán más ejemplares, no sólo de España, si que también de América", recogía el anuncio publicado en junio de 1881 por "La Ilustración Gallega y Asturiana", la empresa encargada de editar la segunda edición, y que incluyó un resumen con el texto de la excomunión y los textos del proceso judicial, del que finalmente salió absuelto en 1981 tras un juicio en la Audiencia de A Coruña donde contó con Luciano Puga Blanco como defensor. Poeta con mayúsculas El nombre de Manuel Curros Enríquez, que hasta la fecha muchos vinculaban al periodismo con sus artículos en las principales cabeceras de la época -incluidas las crónicas carlistas que realizó desde el País Vasco- pasó a ser un imprescindible en la biblioteca de los intelectuales de la época. "Aires d'a miña terra conseguiu que moitos (en España) lesen galego nesa época e os seus versos reprodúcense nos xornais, con erratas claro, pero na época tampouco había unha normalización. Temos constancia que a Juan Ramón Jiménez, quen mencionou o poema "Aí!" en 'Platero y yo', chegáronlle os poemas en galego", relata Paula Conde, responsable de la Casa dos Poetas de Celanova, quien en estos momentos está llevando a cabo una investigación sobre la presencia de Curros Enríquez en los medios a través de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional. "Hai quen o defende e hai quen non, pero no que case todos coinciden é que se trata dunha poesía de gran calidade. 'Aires dá miña terra' é como un destes CD no que todas as cancións son boas. Pero o poema máis laureado é o de 'A Virxe do Cristal', tanto porque gustaba a temática costumista, como pola forma de transmitilo, que tachan de xenialidade", destacaba. De su investigación, además de las miles de referencias encontradas al escritor celanovés que acabó emigrando a Cuba tras su paso por Madrid, Conde se queda con una frase publicada en un periódico nacional que dice: "La imaginación de Curros es como un ave herida que sangra al volar". A la caza de una cara y rarísima primera edición Tres ediciones en seis años hacen de "Aires d'a miña terra" el gran best-seller gallego del siglo XIX. Con independencia del número de ejemplares que componían cada edición, se trata de un honor al alcance de muy pocos literatos de la época y que, sumado a la persecución de la iglesia, hacen de la primera edición un objeto de deseo para intelectuales y coleccionistas. Una página de compra-venta de antigüedades y libros sacó a la venta hace unos años una primera edición por valor de 1.800 euros. Una cifra de vértigo que Antonio Piñeiro, secretario del patronato de la Fundación Curros Enríquez, reconocía que ni siquiera tuvieron la oportunidad de valorar si podía hacerle frente o no , puesto que se retiró del mercado a los pocos días.