El relevo generacional ha permitido la supervivencia del grupo, apunta César Iglesias, uno de sus fundadores.
La agrupación Lembranza-Solpor de Celanova celebra esta tarde a las 19.30 horas en el salón de actos del Claustro Barroco un concierto de conmemoración de su 30 aniversario de la creación del grupo de baile y música tradicional. Los actuales integrantes contarán con la colaboración de antiguos bailarines, tal y como desvela el párroco local y uno de sus impulsores, César Iglesias.
¿Qué representa Lembranza-Solpor para los celanoveses?
Es un grupo de convivencia de jóvenes amantes del folklore que, además de compartir su pasión por la música y el baile tradicional, cultivan valores humanos, sociales y también cristianos. Además de actuar, cuando el grupo sale fuera, se empapa de la cultura, arte y patrimonio de otros pueblos, además de hacer nuevas amistades. ¿En qué consiste? El grueso fuerte de las actuaciones se produce en verano, con viajes por toda España y Portugal. Y cada dos años participamos en la Europeada, un festival cultural europeo que tiene lugar en una ciudad de un país diferente cada año desde 1964.
¿Cómo fueron los inicios?
El grupo comenzó en 1979 a iniciativa de los curas de la parroquia, con el objetivo de mantener unidos a los jóvenes una vez realizada la confirmación a través de una actividad que les gustase. Se pensó en un grupo de baile y desde ese mismo momento contamos con la ayuda de Castor Pérez que se encargó de las clases de gaita, y un antiguo médico, Ángel Rubin, se hizo cargo de la presidencia y de las clases de danza.
¿En qué ha cambiado?
En los años 70, los jóvenes que participaban tenían una posibilidad casi privilegiada de salir de Celanova y conocer mundo, mientras que hoy no existen barreras y los intercambios culturales con otros países se realizan casi a nivel educativo. Ahora tienen muchas actividades tanto a nivel deportivo como musical, mientras que antes apenas había.
¿En qué habría que mejorar?
En Galicia tenemos la costumbre de bailar sólo de jóvenes, cuando en el resto de la península continúan de adultos. Así que cuando realmente saben tocar y bailar bien, se marchan. No porque no les guste el folklore tradicional, sino porque llegado un momento se tienen que ir a la universidad o a buscar un trabajo, que generalmente está fuera de Celanova. Por suerte, el relevo generacional ha permitido la supervivencia del grupo.
¿Qué representa Lembranza-Solpor para los celanoveses?
Es un grupo de convivencia de jóvenes amantes del folklore que, además de compartir su pasión por la música y el baile tradicional, cultivan valores humanos, sociales y también cristianos. Además de actuar, cuando el grupo sale fuera, se empapa de la cultura, arte y patrimonio de otros pueblos, además de hacer nuevas amistades. ¿En qué consiste? El grueso fuerte de las actuaciones se produce en verano, con viajes por toda España y Portugal. Y cada dos años participamos en la Europeada, un festival cultural europeo que tiene lugar en una ciudad de un país diferente cada año desde 1964.
¿Cómo fueron los inicios?
El grupo comenzó en 1979 a iniciativa de los curas de la parroquia, con el objetivo de mantener unidos a los jóvenes una vez realizada la confirmación a través de una actividad que les gustase. Se pensó en un grupo de baile y desde ese mismo momento contamos con la ayuda de Castor Pérez que se encargó de las clases de gaita, y un antiguo médico, Ángel Rubin, se hizo cargo de la presidencia y de las clases de danza.
¿En qué ha cambiado?
En los años 70, los jóvenes que participaban tenían una posibilidad casi privilegiada de salir de Celanova y conocer mundo, mientras que hoy no existen barreras y los intercambios culturales con otros países se realizan casi a nivel educativo. Ahora tienen muchas actividades tanto a nivel deportivo como musical, mientras que antes apenas había.
¿En qué habría que mejorar?
En Galicia tenemos la costumbre de bailar sólo de jóvenes, cuando en el resto de la península continúan de adultos. Así que cuando realmente saben tocar y bailar bien, se marchan. No porque no les guste el folklore tradicional, sino porque llegado un momento se tienen que ir a la universidad o a buscar un trabajo, que generalmente está fuera de Celanova. Por suerte, el relevo generacional ha permitido la supervivencia del grupo.
