CELANOVA

... y don Adolfo cantó de nuevo

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photo_camera Un grupo de feligreses a la salida de la iglesia, al fondo, la Torre da Homenaxe de Vilanova dos Infantes.

Vilanova dos Infantes no olvida a quien durante cuatro décadas fue su párroco y protector de la venerada y diminuta imagen de la Virxe do Cristal. Cuatro años después de su asesinato, familia y vecinos no pierden la esperanza de que los culpables acaben en la cárcel.

La dulce y melódica voz de Adolfo Enríquez Méndez volvió a llenar ayer la iglesia parroquial de Santa María de Vilanova dos Infantes. Un momento muy especial para los familiares, amigos y feligreses que asistieron a la misa dominical en recuerdo del antiguo cura, cuyo asesinato hace ya cuatro años dejó huérfanas a las parroquias de Vilanova, Ansemil y Cañón en Celanova y San Martiño de Domés (Verea). Una pérdida a la que hay que sumar la de la talla de la Virxe do Cristal, cuyo paradero se desconoce desde aquel fatídico 10 de marzo de 2015.

Un viejo cassette de la fonoteca familiar de una vecina de Vilanova dos Infantes guardaba tres minutos de grabación en los que don Adolfo canta a capella una vieja canción popular en honor a la virgen de Covadoga. "Podía haber sido cantante", reconocía su amigo y compañero que hoy está al frente de la parroquia de Santa María, Antonio Gómez Galo, quien no pudo evitar que se le saltasen las lágrimas tras escuchar la cinta, si bien la vecina que hizo posible este pequeño homenaje apuntaba que "las obras y bondad de don Adolfo han quedado grabadas en el corazón de todos nosotros".


Labor policial


Estos días no son fáciles para la familia Enríquez, quien sufrió el último revés judicial el verano pasado con la confirmación, por parte de la Audiencia Provincial, de la conclusión del sumario sin procesados (los dos investigados de nacionalidad croata que quedaron en libertad tras declarar en el Juzgado celanovés en 2016) y el sobreseimiento provisional del caso. El sobrino de la víctima, José Manuel Enríquez, comentaba a la salida de la misa que sigue confiando en que los culpables acabarán pagando por el crimen cometido, aunque no es fácil mantener la esperanza cuatro años después. "Seguimos confiando en la labor de la Guardia Civil", insistía a escasos metros de la tumba de su tío, si bien reconocía que a la familia le gustaría que, como ha sucedido en otros casos, otras unidades de élite de la benemérita se implicasen en la resolución de este crimen.

Las redes sociales, que tan malos momentos han dado a esta familia y al propio caso (al no desvelar la compañía Facebook los contenidos de las conversaciones de los investigados al entender que son de índole privado), servían de válvula de escape al propio José Manuel Enríquez. "Día de lamentos y dolor. Cuatro años desde que te arrancaron de nuestro lado, pero tu sigues con nosotros. Un beso tío Adolfo", compartía entre sus amigos y conocidos a través de la red.


Un hombre de fe 


1.461 días han pasado desde que Antonio Gómez vio a su amigo Adolfo Enríquez por última vez. Los tiene marcados a fuego y ayer, desde el púlpito de la que hoy es su iglesia, confesaba su sufrimiento como hombre por "no saber nada" de un caso que los dejó sin el amigo, sin el hermano, sin el confesor, pero también sin "la imagen que más queremos y que nos han arrebatado", dijo consciente del valor sentimental que tenía "A pequeniña" en toda la comarca. Una imagen del siglo XVII cuya confección es a día de hoy un misterio incapaz de reproducir las técnicas del siglo XXI.

"Los asesinos del bien andan libres y pueden seguir asesinando", advirtió Gómez Galo en una intervención donde no pudo evitar referirse a la bondad de un hombre "de fe, que veía a Dios en los demás. Vosotros sois testigos que venían a pedirle desde diferentes partes del mundo", dijo. Una generosidad que, para muchos en Celanova, le acabó costando la vida.

Cuatro años después, en el burgo medieval mantienen viva la esperanza de que los culpables acaben en la cárcel. "Aunque ya ha pasado mucho tiempo, para nosotros sería una tranquilidad. Si perdemos eso, ¿dónde vamos a ir?", se preguntaba una vecina.

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