La escuela de ciclismo Terra de Celanova deja de pedalear

Alumnos y monitores tras el último entrenamiento en la Alameda celanovesa.
photo_camera Alumnos y monitores tras el último entrenamiento en la Alameda celanovesa.
La dirección decide parar la actividad que pusieron en marcha en 2017 con casi 30 menores

 La Alameda, la rúa da Botica o la Praza Maior de Celanova se convertían esta semana en el improvisado circuito del último entrenamiento de la Escola de Ciclismo Terra de Celanova. Media decena de menores, seguidos de cerca por sus progenitores, y los dos monitores de la escuela, se despedían con un “hasta luego”, tras cinco años de rutas, carreras y, sobre todo, mucho compañerismo y diversión. “No es una decisión que se toma a la ligera, está muy meditada. Tampoco es solo una cosa, son muchos factores, la coyuntura no es la más adecuada y hay que parar.  Si el día de mañana vemos que hay una disposición y se hace un sondeo y hay niños que quieran venir, pues retomaremos el tema. No es cerrar ninguna puerta, es un hasta luego”, comentaba Chema Nóvoa, portavoz de la escuela.

Han sido muchos los factores que les han llevado a tomar esta decisión. “Lo primero, nos pasó por encima una pandemia que nos hizo mucho daño. Muchos niños estaban matriculados y no volvieron, otros tardaron en volver y con muchas reticencias”, recuerda Nóvoa, si bien reconoce que “el golpe de gracia” lo sufrieron hace año y medio, cuando los invitaron a marcharse del campo de A Gandarela. “Fue un palo que nos echaran de allí de esa manera por una falta de entendimiento, que es lo que nosotros creemos que pasó, entre los comuneros, que son los propietarios del terreno, y el Concello de Celanova, que gestionaba las instalaciones”, recordaba. 

En Verea, donde se instalaron hace año y medio, empezaron muy bien con la puesta a disposición de los terrenos del antiguo campo de fútbol, “pero a día de hoy seguimos sin un espacio donde dejar el material y sin luz”, describía, subrayando que no hay un único culpable, si bien los progenitores lamentaban que, quienes pagan los platos rotos, son los niños. De los casi 30 menores con los que arrancaron en 2017, la temporada pasada bajó a una decena, tras el cambio de ubicación a Verea. “Los niños ahora están de capa caída, cada vez hay menos… Empezamos con dos grupos por edades y destrezas, ahora ya los juntamos en uno y, aun así, había días que nos encontramos con dos niños y dos monitores en el entrenamiento. Y, cuando venían todos, eran cinco o seis”, comentaba Nóvoa.

El alcalde de Verea, José Antonio Pérez Valado, lamentaba que se haya llegado a tomar esa decisión, si bien confía en que, “máis pronto que tarde”, se pueda retomar la actividad. “A nosa intención é acondicionar as instalacións para ciclismo ou outros deportes, porque campos de fútbol hai moitos. Pedimos unha subvención que veu denegada, pero seguiremos traballando”, dijo. Desde Celanova, su homólogo, Antonio Puga, reiteraba la “total e absoluta disposición para colaborar en todo o que estea ao noso alcance”.

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