La asociación Ledicia Cativa ha comenzado una nueva edición del programa de acogida temporal de menores rusos. Una iniciativa que nació en el rural ourensano y que, en la actualidad, se ha extendido por toda Galicia.

Para que ganen dos años de vida

Los niños rusos durante la visita que hicieron a la sede de Salvamento Marítimo de Vigo en 2013. (Foto: LEDICIA CATIVA)
Cientos de folios y otras tantas fichas de niños rusos llenan la mesa del despacho de José Manuel Borrajo, secretario de la asociación Ledicia Cativa que, cada verano con la ayuda inestimable de familias gallegas, hace posible la estancia en la comunidad de menores procedentes de Brianks, una de las regiones rusas más afectada por la radiación de Chernobyl.
En 2014, al menos 75 niños entre 7 y 17 años, diez de ellos en Ourense, disfrutarán del verano con una familia gallega mejorando su salud. Según los estudios médicos desarrollados por diferentes institutos rusos, dos meses en España aumenta como mínimo dos años la esperanza de vida de los niños y reduce un 30% las consecuencias de la radioactividad en su desarrollo. Aunque 'reducir el programa a unas vacaciones saludables es quedarse corto. La estancia en Galicia permite a los niños un desarrollo personal, social y cultural importantísimo', matiza Borrajo. Sus sonrisas, marcadas por la radiación tras el accidente nuclear, son la mejor y más preciada recompensa para la asociación y las familias que año a año hacen posible el programa.

El mes de enero es clave para esta asociación sin ánimo de lucro en la preparación de la extensa documentación que las distintas administraciones rusas y gallegas requieren para llevar a cabo el programa de acogida temporal. 'Acabamos de celebrar la mayoría de edad, 18 años consecutivos desarrollando el programa que ha permitido unas 800 acogidas', recuerda Borrajo, al tiempo que anima a nuevas familias a sumarse al programa antes del 15 de febrero (en el teléfono 988.55.32.11) con un coste aproximado de 250 euros para las familias nuevas y de 410 para las repetidoras.

En sus palabras, deja entrever un hilo de tristeza al corroborar el cada vez menor peso de los ourensanos. 'Este es un programa que nació en dos aldeas de la provincia y me encantaría contar con cuatro o cinco familias ourensanas más', reconocía Borrajo, si bien agradecía la ola de solidaridad que, en los últimos años, ha surgido de tierras de Pontevedra, Lugo y A Coruña.

La otra espina de la asociación es la Casa de Galicia de Novozybkov, un proyecto que perseguía que los niños rusos y sus familias contasen con clases de castellano en Rusia. 'En estos momentos es inviable desde el punto de vista de organización (debido a la estricta legislación rusa), pero no económica porque hay entidades gallegas dispuestas a sufragar el proyecto', concluía.

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