Reportaje

Siberia - A Merca, más de 7.000 kilómetros por amor

Daria Shuvota posa con su marido, Pavel, que tiene en brazos al hijo de ambos, Sergey.
photo_camera Daria Shuvota posa con su marido, Pavel, que tiene en brazos al hijo de ambos, Sergey.

Con solo nueve años Daria Shuvota viajó desde su Siberia natal hasta A Merca para participar en un programa de acogida. Diecisiete años después sigue haciendo el mismo recorrido, esta vez acompañada de su familia

Más de 7.700 kilómetros separan la ciudad rusa de Novosibirsk de la localidad ourensana de A Merca. Una secuencia de vuelos -Novosibirsk-Moscú, Moscú-Madrid, Madrid-Vigo- y finalmente el trayecto Vigo-Ourense que se traducen en 24 horas de viaje. Esa es la distancia que cada año recorre Daria Shutova para reencontrarse con su familia ourensana.

Daria fue una de las decenas de niñas rusas que, con solo nueve años, participó en el programa de acogida Ledicia Cativa. Desde su primera estancia, Daria ha regresado cada verano a As Pías (A Merca). Hoy, 17 años después, vuelve a la misma casa, esta vez acompañada de su familia.

“La idea fue de mi abuela. Le hablaron tan bien del programa que decidió mandarme. Tenía nueve años, viajaba a un país diferente, del que no sabía nada, e iba a vivir con gente que no conocía. Estaba muy nerviosa”, reconoce Daria Shutova. Sin embargo, ni los primeros nervios ni la barrera idiomática supusieron problema alguno en su primera estancia. “Teníamos una libreta con frases básicas en español y en ruso y cada vez que nos queríamos comunicar, recurríamos a ella”, recuerda la joven. Más duro fue superar los dos meses sin tener noticias de su abuela. “No teníamos móviles ni teléfonos. La echaba de menos, pero me acostumbré muy bien porque esto me gustaba mucho”, recuerda Shutova.

No hay mejor prueba de ello que sus ganas de volver. “Cuando regresé a Rusia, además de haber engordado, mi abuela me vio tan feliz que me dijo que tenía que repetir la experiencia. Y así fue”. Desde el año 2002, Daria regresó cada verano a su segunda casa de As Pías, donde fue creando con el paso de los años un fuerte nexo de unión con su familia adoptiva, Tomás y Filomena: “Para mí son mis padres. Mi familia. Durante todos estos años, cada mes nos llamábamos por teléfono y por mi cumpleaños siempre me enviaban algún regalo”.

Daria explotó al máximo las posibilidades que le ofrecía el programa de Ledicia Cativa y, una vez cumplidos los 18 años, decidió regresar un verano más como monitora. A partir de ahí, comenzó una nueva etapa en la que viajaba ella sola para no perderse sus tradicionales veranos en As Pías.

La efusividad con la que habla de Galicia demuestra lo mucho que le gusta nuestra comunidad. "Cada vez que se acerca el momento de venir a Ourense estoy feliz, son unos meses que disfruto mucho". Pasar de los 50 grados bajo cero de su Siberia natal a los 40º del verano ourensano, la amabilidad de la gente, o la gastronomía son algunos de los motivos de su entusiasmo. “Aquí todo está más rico. Las patatas, los tomates… aunque sin duda mi comida preferida es el pulpo”, exclama entre risas. Pero hay algo que realmente echa en falta al regresar a Rusia: “A mi mamá. También extraño el clima y la comida, pero lo que más a mi mamá”, afirma con rotundidad.

Desde hace dos años, Daria emprende el largo viaje desde Novosibirsk a As Pías acompañada de su marido, Pavel, y de su hijo Sergey. “Desde que he sido madre me he planteado mudarme a España. Aunque me costaría separarme de mi familia, aquí la vida es diferente y creo que mi hijo tendría una infancia más feliz”. De momento, el pequeño Sergey sigue los pasos de su madre y ya dice sus primeras palabras en castellano.

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