VILANOVA DOS INFANTES

Los vecinos del cura asesinado sospechaban de los mendigos

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photo_camera La casa rectoral de Vilanova, donde residía Enríquez Méndez, volvió a ser ayer foco de los medios.

Uno de ellos recuerda que vio a dos hombres frente a la rectoral de Vilanova horas antes del asesinato

La noticia de la detención de Elvir Fehratovic, de 37 años y vecino de Barbadás, y Arsen Fehratovic, de 30 años y con domicilio a caballo entre Santander y Barcelona, por su implicación en el homicidio del párroco de Vilanova dos Infantes, Adolfo Enríquez Méndez, paralizó ayer la actividad en esta parroquia de Celanova. Los vecinos revivieron con emoción el fatal crimen sucedido en marzo de 2015 que, además de acabar con la vida de un hombre bueno y muy querido en la comarca, trajo consigo la desaparición de la talla de la Virxe do Cristal. "Es estupendo que hayan aparecido los asesinos. Una vez que la pérdida de don Adolfo es irreparable, sería importante que apareciera la imagen de la virgen, que es muy venerada por la gente del lugar", reconocía Manuel Riestra, vecino y propietario del único bar del pueblo.

La rabia contenida en estos meses, donde los lugareños han vivido con resignación y soledad la doble pérdida, se dejaba sentir en las diferentes declaraciones que realizaban a los medios de comunicación que ayer volvían a poner su foco en el burgo medieval. "Eu si que lles impartía xustiza. Mataron a un santo e iso non ten perdón", retaba Paulino Vázquez, en referencia a los dos hombres de nacionalidad croata que permanecen detenidos en dependencias de la Guardia Civil de Xinzo y Ourense.

El arresto pone luz a las sospechas que, desde el primer día, tuvieron los vecinos de Vilanova en cuanto a que los asesinos del párroco estaban vinculados con los grupos de extranjeros que con frecuencia acudían junto a Enríquez en busca de limosna, bien sea en forma de alimentos o de dinero en metálico. "Nunca sentimos, y así nos lo trasmitían las fuerzas de seguridad, de que los culpables tuvieran vinculación con Vilanova", matizó Manuel Riestra, quien, personalmente, "tampoco creo que pudieran ser las personas que asiduamente veían a pedir, porque no le muerdes la mano a quien te da de comer. Pero en ese colectivo siempre hay alguien que pone la oreja", sugería. Más descriptiva es Elena Vázquez, que tildó de "romería de rumanos" la continua presencia de extranjeros a las puertas de la casa rectoral. "Dende aquelas non volveron, pero temos medo. Na miña vida cerrei as portas e hoxe non me deito sen botar o cerroxo", dijo.

Sobre la identidad de los sospechosos, los vecinos consultados negaron conocerlos, aunque uno de ellos, José Luis Pérez, recordó que el día del crimen vio a dos hombres apostados frente a la rectoral "mirando cara o chalé do lado".

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