Xosé Benito Reza: "El abandono del campo es el gran reto para Galicia"

El ingeniero de montes celanovés, Xosé Benito Reza, acaba de colgar las botas tras 40 años de servicio a la Administración y, como él mismo describía, a los que llegó exhausto después de la última campaña de incendios como responsable del servicio de extinción de incendios. ¿Hasta cuando la lacra de los incendios? Por desgracia seguimos teniendo unas campañas horrorosas. Es verdad que hay menos, pero son incendios más peligrosos y más grandes que hace 20 años, por el abandono del campo. Es el gran problema que tenemos en Galicia y el gran reto para las próximas generaciones. ¿Cómo se revierte esta situación? El abandono trae consigo los incendios, la pérdida de biodiversidad, de los cultivos y del patrimonio material que se derrumba, y del inmaterial. Siempre he creído y apostado por conservar y por convertir nuestra naturaleza en un activo para el turismo, generando riqueza y fijando población. En la Mariña Lucense o la Ribeira Sacra se hizo un gran trabajo, pero en zonas como el Xurés no se consiguió prácticamente nada y siguen abandonadas. ¿Cuál fue su etapa dorada? En 1988 me encargaron el primer servicio de medio ambiente en Ourense y los 90 fue una etapa muy ilusionante y creativa, para mi equipo y para mí. Creamos el Xurés, O Invernadeiro, las primeras infraestructuras ambientales como el centro de recuperación de fauna de O Rodicio, las primeras rutas de la naturaleza… Y después, el salto a la política En el año 1999 volví para incendios y poco después me llamó Pachi Vázquez. Fue muy simpático porque él era alcalde de O Carballiño, pero no nos conocíamos, y me propuso irme a Santiago. Fue una experiencia muy bonita, pero muy dura y muy sacrificada. Porque entré en un terreno, el político, en el que yo nunca me había movido y con el que nunca me identifiqué. Me considero un técnico y un profesional del medio ambiente, nada más. Y no considerándose político, hizo avances importantes Un puesto de tanta responsabilidad me permitió hacer cosas interesantes. En cuatro años sacamos el Catálogo gallego de especies amenazadas, el Observatorio gallego de la biodiversidad, el Catálogo de árboles monumentales de Galicia, el Camino Natural de San Rosendo... Compramos la isla de Sálvora, logramos la transferencia del parque nacional para la Xunta, la aprobación de primera Reserva de la Biosfera ibérica Gerês-Xurés, y frenamos la locura de las minicentrales hidroeléctricas que tenían pensadas para los ríos. Para mí, como gallego admirador de Otero Pedrayo, fue algo muy importante proponer y redactar la Ley 7/2008 de Protección del Paisaje de Galicia. No sé si preguntarle por los parques eólicos Somos un pueblo necesitado de más autoestima, de más orgullo, de más amor propio. Lo que paso con los ríos ya pasó y los embalses están ahí, pero no podemos dejar que invadan nuestros montes con cientos o miles de molinos eólicos de casi 200 metros de altura, que van a arruinar nuestro paisaje y poner en riesgo nuestro patrimonio natural e incluso el patrimonio arqueológico, sin exigir a cambio unas contraprestaciones importantes, no solo en puestos de trabajo o en pago de impuestos, sino incluso de la propia energía que generan, que sean para nuestras industrias. Es cierto que cambiaron muchas cosas, ahora hay más concienciación ambiental, una formación y cultura, pero hay un largo camino que recorrer. ¿Le ha quedado alguna espina? Siento no haber podido hacer el parque natural de Ancares, la rehabilitación de las charcas para crear una zona húmeda para la avifauna y un centro de investigación en A Limia y también la aldea ambiental de Salgueiro, en el Xurés, que después de una inversión millonaria, la dejaron abandonada. A nivel general, que no hayamos sido capaces de paralizar el abandono del rural. Es terrible la pérdida de población, la sangría de la Galicia interior. Siempre habla del Xurés, pero no volvió Personalmente, lo único que lamento de verdad, es no haber podido regresar a la dirección del parque del Xurés, que es lo que pensaba hacer en mis últimos años. Pero tuve la desgracia de toparme en el camino con gente intrigante y maliciosa. Fue una mezquindad no dejar ir al parque natural a la persona que lo promovió, y el asunto fue tan lamentable que, cuando mi solicitud estaba encima de la mesa de la exdelegada de la Xunta en Ourense, este periódico se hacía eco del malestar de los vecinos que llevaban años sin director del parque y la Consellería de Medio Ambiente sacaba un comunicado informando que, pese a haber ofrecido la plaza a media docena de técnicos, todos había rehusado ir porque “Lobios quedaba muy lejos”. Ahora ya está, ya no soy una amenaza. Menudo final, ¿y ahora? Me voy a dedicar a los libros, como dijo no hace mucho un premio nobel, a los de los demás, porque soy un lector voraz, y a los míos. Estoy trabajando en una revista y también seguiré con mis maquetas.