1975: Roger Daltrey convierte a Franz Liszt en una estrella de rock

El cine de los últimos años en general, en especial las producciones de Hollywood y el cine musical en particular, salvo por supuesto honrosas excepciones como “Bohemian Rhapsody” o “Rocketman”, hace mucho tiempo que se ha vuelto un cine pensado para el consumo masivo y acrítico, las plataformas tipo Netflix o la televisión. Por desgracia, las consecuencias de ello son historias convencionales y previsibles, personajes planos e igualmente previsibles, actores y actrices de arquetipo y toda ausencia de riesgo, ruptura o transgresión de las normas que se atreva a hacer salir al espectador de ese tan socorrido terreno al que se suele aludir como “zona de confort”. Si vieron ustedes la desafortunadísima “Érase una vez en Hollywood”, la última cinta de Quentin Tarantino, el que parecía el último rebelde del cine norteamericano, creo que sabrán perfectamente a que me refiero. Ello contrasta radicalmente con el espíritu anárquico, provocador y experimental que tenía el cine de la década de los 70. No voy a referirme a obras maestras como “La Naranja Mecánica” de Stanley Kubrick, a “The Rocky Horror Picture Show” de Jim Sharman o a “Easy Rider” de Dennis Hopper, sino que refiriéndonos al cine que trató el mundo del rock con ese espíritu acorde con la propia naturaleza del rock como música esencialmente rebelde, no quiero pasar por alto que 2020 ha visto cumplirse el 45 Aniversario del estreno de dos películas que marcaron toda un época, aunque en algunos aspectos, puedan no haber envejecido bien. “Tommy” y “Lisztomania”, ambas protagonizadas por el cantante de los Who, Roger Daltrey y dirigidas por uno de los cineastas más iconoclastas y subversivos de la historia: Ken Russell. Cuando Ken Russell recibió el encargo de llevar a la gran pantalla la mítica Opera Rock “Tommy” de The Who, con la participación de músicos como Elton John, Tina Turner y Eric Clapton y total libertad creativa por parte del grupo, convirtió la historia en una surrealista y fascinante sucesión de sketches a cual más arriesgado, con una soberbia banda sonora rockera de fondo en la que, tal y como en el fondo deseaba el propio Pete Townshend, se distanciaba mucho su “Tommy” del que Russell lanzó a las carteleras de cine de todo el mundo en la primavera de 1975, excepto en España, donde no se estrenó hasta un año más tarde, marzo de 1976. Russell, quien ya había abordado en anteriores trabajos las biografías de músicos clásicos, como la de Tchaikowsky en “Pasión de vivir” (1970) o la de Gustav Mahler en “Mahler, una sombra en el pasado” (1974), nunca fue de los que intentaron hacer biografías sencillas sometidas a un guión estándar, con lo cual su interpretación de la vida y la carrera del compositor alemán del siglo XIX Franz Liszt y su amigo/enemigo Richard Wagner llevó a Russell, que quiso en gran medida extrapolar la estética, la actitud y la libertad creativa que el rock le proporciono para filmar “Tommy” a este proyecto, a hacer de él su película más decididamente rompedora y revolucionaria. Una biografía de Liszt que aunque comienza como una comedia convencional, se va transformando progresivamente en una completa fantasmagoría onírica de la cultura pop y rock de los 70 que mezcla al monstruo de Frankenstein con vampiros, superhéroes y, por supuesto, un Wagner émulo de Hitler empuñando una guitarra eléctrica. Hay secuencias en “The Wall”, la película sobre la obra de Pink Floyd, sobre todo cuando Pink se transmuta en un líder neonazi que tienen una impagable deuda con “Lisztomania”, lo quisiera reconocer o no Alan Parker. Doblo la apuesta: me atrevería a decir lo mismo de la celebérrima “Amadeus” de Milos Forman, que estoy convencido de hubiera sido un biopic muy distinto de cómo se concibió, en especial en la relación entre Mozart y Salieri si Russell no hubiera imaginado como lo hizo la relación entre Liszt y Wagner. ¿Alguien mejor para interpretar a esta estrella de rock de la década de 1840 que una estrella de rock de la década de 1970 como Roger Daltrey de The Who? Obviamente, no. Daltrey, a quien le resultó relativamente fácil interpretar a Tommy en tanto en cuanto llevaba haciendo en cierta manera ese papel sobre los escenarios de cada concierto de su grupo desde 1969, en la piel de Liszt hizo un excelente trabajo, sin exagerar ni caer en histrionismos. Daltrey sobresale aún más, como era de esperar, en su capacidad como cantante dentro de los números musicales de la película, poniendo gran emoción en los momentos más tranquilos como la soberbia y conmovedora “Love's Dream” o en las piezas más, digámoslo así, más políticas, como “Funerailles”. No olvidar por supuesto que la banda sonora original de la película fue un excelente trabajo del teclista ex miembro de Yes Rick Wakeman, uno de los músicos más reputados del ámbito del rock sinfónico de la década de los 70. Wakeman supo llevar con una enorme calidad y grandes dosis de inspiración al rock piezas tanto de Wagner como de Liszt para la BSO, así composiciones propias. Del mismo modo, impagable el papel del batería de los Beatles Ringo Starr en el papel del Papa. “Lisztomania” se estrenó en todo el mundo hace ahora 45 años, en el otoño de 1975, aunque una vez más en España no se estrenó ante la prohibición expresa de la censura franquista hasta el verano de 1976, debido a las escenas de sexo más o menos explícito para la mentalidad de la época, y/o por la omnipresencia fálica como metáfora y símbolo de poder, como por ejemplo en la secuencia en la que Liszt conoce a la princesa Carolina de Rusia, con la que pretende casarse, pero ante la que se horroriza cuando, en una suerte de pesadilla/fantasía sexual imagina que su gran miembro debe ser amputado por ella con una guillotina propia de la revolución francesa. Decir que una película de Ken Russell puede ser una locura es como decir que un concierto de Metallica o Judas Priest pueda ser muy heavymetalero. En este punto de su carrera, posiblemente en su apogeo creativo y comercial, creando ese híbrido rockero entre Tommy y Franz Liszt definitivamente cambió la forma en la que se abordaron los biopics al menos durante algún tiempo, incluso ahora, ya que tanto en las súper taquilleras películas sobre Elton John y Queen, se reconocen guiños, a veces casi homenajes tanto a “Tommy” como a “Lisztomania”. Esa locura, esa suerte de surrealismo desquiciado del cine de los años 70, y que tanto en “Tommy” como en “Lisztomania” encuentran su quintaesencia y que por supuesto les recomiendo que vean y disfruten, se echa mucho de menos en el cine actual. Véanlas y seguro que notarán la diferencia.