Un artista islandés hace una videoinstalación sobre la tristeza en el Guggenheim

El Museo Guggenheim Bilbao presenta la videoinstalación multicanal "The Visitors" del artista Ragnar Kjartansson
photo_camera El Museo Guggenheim Bilbao presenta la videoinstalación multicanal "The Visitors" del artista Ragnar Kjartansson

El artista islandés Ragnar Kjartansson (Reikiavik, 1976) ha convertido en una obra de videoarte el sentimiento de tristeza y melancolía que le embargó cuando se separó de su primera mujer y madre de su única hija

La obra, titulada "The visitors" (Los visitantes, 2012) de 64 minutos de duración y grabada de una sola vez, se proyectará por primera vez en España en la sala Film&Vídeo del Museo Guggenheim Bilbao hasta el 7 de septiembre.

La videoinstalación nació en un momento en que su matrimonio con su primera mujer "se descomponía", según ha explicado el propio artista en su presentación a los medios, junto al director del museo, Juan Ignacio Vidarte, y el comisario de la muestra, Álvaro Rodríguez Fominaya.

Para superar el momento de melancolía por el que estaba pasando decidió componer una melodía, que dura los 64 minutos de grabación, con unos versos compuestos por su exmujer, que se cantan de forma repetida a lo largo de la grabación.

Luego llamó a sus amigos, músicos todos ellos y alguno reconocido internacionalmente, con los que viajó a Nueva York, a la granja Rokeby, construida en 1870 en un valle próximo al río Hudson y propiedad de una de las familias más ricas del Estado en aquella época, pero actualmente venida a menos.

La casa, una mansión de estilo colonial actualmente en decadencia por la regresión económica de sus actuales propietarios, descendientes de los que la levantaron, lo que le confiere un aire bohemio y soñador, había sido visitada por Kjartansson en numerosas ocasiones.


"Siempre había querido hacer algo en ella", ha confesado hoy el artista.

Así que se decidió a realizar una videoinstalación consistente en la grabación de su composición musical, de tintes melancólicos, con sus amigos e intérpretes, seis chicos y dos chicas, repartidos en ocho estancias distintas de la casa tocando cada uno su instrumento.

Para la grabación de su pieza, Ragnar Kjartansson eligió la bañera de uno de uno de los cuartos de baño de la decadente mansión en la que permaneció los 64 minutos que duró la grabación, tocando la guitarra acústica y cantando, mientras el resto de sus amigos hacía lo propio en otras estancias.

"Teníamos mucha tensión porque todo saliera bien, porque sólo podíamos rodarlo una vez", ha explicado.

La pieza se proyecta simultáneamente en nueve pantallas gigantes repartidas por la sala, y el espectador aprecia, en todo momento, tanto el sonido en conjunto de la composición como el particular de cada instrumento, dependiendo de la pantalla ante la que se coloque.

La pantalla principal, que recibe al visitante, proyecta la imagen del porche exterior de la mansión en la que los miembros actuales de la familia propietaria hacen los coros a los instrumentistas islandeses.

La pieza se grabó a finales del verano de 2012 en el momento en que el tiempo comienza a cambiar hacia el otoño, como un guiño a la situación personal que atravesaba el autor de fin de una relación y el inicio de alguno nuevo.

El vídeoartista islandés, quien ha expuesto su obra en museos e instituciones de todo el mundo y que en 2009 representó a su pequeño país en la Bienal de Venecia, tiene actualmente una nueva pareja que le ha acompañado hoy en la presentación de su obra en Bilbao, al igual que lo han hecho su hija y la madre de su exmujer.

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