Los 'Cars' de Disney giran el volante hacia el espionaje internacional

Fotograma en donde aparece el vehículo Finn McMissile con voz de Michael Caine, durante una escena de la cinta de animación 'Cars 2'. Foto: EFE/Pixar
Después de recorrer circuitos domésticos en su primera entrega, los 'Cars' de Disney y Pixar se abren al mundo y se ven envueltos en una intriga de espionaje en su secuela, que se estrena en España el 6 de julio y en la que han participado los técnicos españoles Eduardo Martín Julve y Juan Carlos Navarro.
Mateo Sancho CardielMartín Julve, director técnico de iluminación catalán, y Navarro, animador alicantino, han presentado hoy en Madrid esta cinta que, bajo la dirección del pionero en la animación digital, John Lasseter, y con las voces en la versión original de Owen Wilson, Emily Blunt y Michael Caine, llega precedida por 80 millones de dólares en menos de una semana de exhibición en Estados Unidos.

'En la primera película, Rayo McQueen y Sally tenían una secuencia en un cine de estos americanos al aire libre y era una película de coches con espías. Entonces vieron el potencial', explica el director técnico de iluminación, cuyo mayor reto en la película ha sido recrear la ciudad lumínica por experiencia, Tokio, para una carrera de coches.

'Además, durante la promoción internacional de 'Cars', se preguntaron '¿qué pasaría si nos los lleváramos de paseo por todo el mundo?'', prosigue. Y así, además de la capital de Japón, también son escenarios de esta intriga internacional París, Londres y un híbrido de Mónaco y Amalfi creado por ellos mismos llamado Porto Corsa.

Y como hilo argumental de la trama -en la que también hay un coche español, llamado Miguel Camino- se desarrolla una intriga en la que los intereses petrolíferos juegan un papel fundamental.

'Es una manera muy divertida de sacar a estos personajes que ya conocemos, sacarlos a otro entorno y meterlos en situaciones divertidas de acción, con mucha comedia. Una manera chulísima de ahondar en los viejos personajes y traer a nuevos, como Finn (una suerte de James Bond con motor) o Francesco (un entrañable piloto italiano)', explica Navarro.

Efectivamente, como es habitual en el cine de animación, el mensaje emocional acaba primando, y 'Cars 2' no deja de ser la historia de dos amigos -el piloto McQueen y su ayudante, la vieja grúa Mate- que discuten por lo profesional pero tendrán que reconciliarse apelando a los valores importantes de la vida.

'Encima de toda la preparación técnica, hay que poner la capa emocional interiorizando lo que sienten los personajes', argumenta Navarro.

Eso no quita para que cada animador haya tenido que meterse en la piel -o en la chapa, mejor dicho- de un automóvil. 'Fuimos a escuela profesional de conducción. Los animadores teníamos que ir al circuito, poner a los coches a una velocidad espeluznante para comprender realmente cómo es estar dentro de un coche de carreras y conducir competitivamente', describe el animador.

Y el resultado salta a la vista en la espectacularidad de cada secuencia de carreras -sean competitivas en pos de las persecuciones entre los buenos y los malos- aunque también requiere agudizar la vista y estar atento a los detalles, pues cada monumento recreado en la película tiene un guiño a los amantes del automóvil.

Así, la catedral de Saint Paul en Londres tiene una cúpula con forma de caja diferencial de engranaje, los riscos de Porto Corsa esconden el frontal de un antiguo Fiat 500 y Notre Dame de París tiene unas gárgolas muy poco góticas, sino más bien automovilísticas.

Esas aportaciones, en muchas ocasiones, eran realizadas por los propios animadores y catalizadas por John Lasseter hasta crear un filme lleno de matices. 'Él trabaja muy directamente con los animadores a la hora de comunicar lo que necesita', explica Navarro sobre quien ganara el Óscar honorífico en 1995 por alumbrar una nueva era en la animación con 'Toy Story'.

'Creativamente siempre está agradeciéndote y nutriendo esas ideas que tú estás aportando, para de ahí sacar algo que es único. Y tiene un trato sencillo y cariñoso', concluye Navarro.

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