Arte et Alia

Ehlaba y Vázquez Prats, arte en femenino desde la rúa do Paseo

Carmucha Vázquez Prats, ante una de sus obras.
photo_camera Carmucha Vázquez Prats, ante una de sus obras.
Traemos a esta columna dos mujeres artistas desde la coincidencia de sus exposiciones en salas al Paseo

Traemos a esta columna dos mujeres artistas desde la coincidencia de sus exposiciones en salas al Paseo, la Calle por excelencia de la ciudad. Es la primera la que se halla en Elga interiorismo, una muestra surgida de la colaboración entre la decoradora de interiores y la artista Ehlaba Carballo de Dios (Xunqueira de Espadanedo, 1960). La cuidada selección de la producción reciente de la pintora se define desde dos significadas obras en formato de políptico: a la entrada, uno de cuatro piezas con árboles de gama cromática fría que cruzan el plano hacia otro de cálido color rojo, dispuestos todos en un fondo amarillo de graduado intensidad.

Al fondo, en el comedor, es una simbólica composición de doce piezas, paisaje desde el que nos habla del renacer de la vida en una elaborada secuencia entre dos árboles, el viejo y seco a un lado, y otro en el lado opuesto con finas ramas de color que brotan del tronco enraizado en el humus de la Tierra. Entre ambos, otras dos secuencias arbóreas en negro sobre blanco.

Hay en la sala otros árboles rojos, como vivificados por savia-sangre. En el pasillo, otro expresivo friso, con doce pequeñas piezas de árboles en flor con coronas de hojas rodeándolos, un diálogo de vida con su entorno. En el aire de toda esta vistosa propuesta flota el espíritu de «Sigo plantando árboles», la intensa exposición que Ehlaba ha expuesto recientemente en la Casa de Galicia, Madrid.

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Carmucha pone el ramo

La gran artista Vázquez Prats (Pontevedra, 1934) monta una notable exposición en la Sala municipal J.A. Valente con un sabor a corona de su amplia y prolífica trayectoria. En el amplio elenco de óleos al pincel que exhibe, de medio formato generalmente, tiene el paisaje su reino. En su elenco se aprecia cómo ha ido atemperando su paleta, de intensa expresividad y contrastada pincelada, que ha aplicado generalmente con espátula, técnica de la que hay algunas muestras.

Desde su primera exposición en el Liceo,1958, y otras en el entorno, pasa a Bruselas en 1966, tras visitar Santiago y Lugo para recalar en Toisón, Madrid, en 1968, en la que entre otras, muestra Fogar, obra un sincero decir folclórico asentado en perfiles etnográficos, filón que se estilaba en estos años del Franquismo. Así también las obras de romería o vendimia. Es esta significada galería su espaldarazo, como lo fue Macarrón, en la que expusieron los ourensanos Faílde y Prego, grandes voces plásticas en la ciudad. Burgos, Salamanca, Torrelavega, Pontevedra, A Coruña, han sido hitos en su trayectoria de mujer artista y madre.

Su visión del paisaje es tranquila y serena, de un bucolismo contemplativo, de oscuras pinceladas que aclara en los caballos, otro de sus temas predilectos, a la par que el candor y ternura en los niños. Son más de cincuenta años con el óleo como compañero plástico y el sombrero sobre sus sienes, y aunque la mano exigió su tributo hasta apartar la espátula, la artista ha resucitado un mural otrora perdido en su domicilio, obra destacada de la retrospectiva.

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