CRÍTICA DE CINE: A PRAIA DOS AFOGADOS

El factor humano contra la simpleza del telefilme

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photo_camera Fotograma de 'A praia dos afogados'.

La adaptación busca mantenerse fiel a la obra de Domingo Villar, pero 'A praia dos afogados' acaba cayendo en lugares comunes. De factura irregular, queda salvada por el estupendo trabajo de Carmelo Gómez y Antonio Garrido

A Praia dos afogados se estrenaba en nuestras carteleras el 9 de octubre como la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Domingo Villar. Su director, Gerardo Herrero (Heroína, 2005), lleva a cabo una obra sumamente fiel a la novela original creando un thriller policíaco alrededor de dos personajes principales: el inspector Leo Caldas (Carmelo Gómez) y su compañero Rafael Estévez (Antonio Garrido), que tratarán de descubrir el misterioso asesinato de Justo Castelo, un marinero de Panxón.

Como adaptación cinematográfica, podría decirse que da la talla, reflejando fielmente la realidad que se describe en el libro en cuanto a lo que escenario y localizaciones se refiere. Sin embargo, la imaginación del lector y seguidor de Domingo Villar va mucho más allá de lo que se nos muestra en pantalla. Es cierto que el escritor nos presenta unos escenarios cotidianos, de suma sencillez y bien conocidos por todo gallego de costa, pero Herrero extrema dicha simplicidad hasta el punto del telefilme tradicional español.

El reflejo de la vida marinera, de cómo viven y como sienten los marineros, con sus supersticiones incluidas, se trata mediante los dos implicados en el asesinato de Castelo, contando a través estos personajes la cara y la cruz del sector pesquero: José Arias (Luis Zahera), que emigra a Irlanda buscando un porvenir mejor sin abandonar su profesión y Marcos Valverde (Pedro Alonso), que abandona el oficio por la construcción en un rápido ascenso en la escala social. Este retrato, tratando de ser fidedigno, se queda a medio camino y no llega a convencer al espectador por su falta de aplomo y veracidad.  

La parte fuerte de la película es el perfecto tándem formado por Carmelo Gómez –por algo fue actor predilecto de Medem al principio de su carrera –y Antonio Garrido, que dan vida y mucho color a los protagonistas de la novela. Gómez borda al inspector Caldas y Garrido interpreta maravillosamente al gañán que imaginábamos al leer sobre Rafa. Más conocido por sus trabajos en televisión (Los simuladores, Los protegidos...), el andaluz ofrece aquí un estupendo catálogo de actitudes salvajes y profundo odio a la retranca gallega, haciendo chistes de manual que por su necia tozudez te llevan a la carcajada.

Otra cuestión a señalar es la utilización del gallego y el castellano, muy fiel a la realidad, quedando el gallego relegado a ámbitos más personales y el castellano a los sectores institucionales como la comisaría de policía y el hospital, algo que ocurre en el día a día de nuestra Galicia y, tristemente, cada vez con más notoriedad. Carmelo Gómez merece un accésit por su duro trabajo con nuestra lengua, ya que solo en mínimas ocasiones notamos su deje totalmente castellano.

Para finalizar, este thriller presume de algo especial, ese trato cercano y el poder humano del inspector Caldas, lo que lo distingue de otros filmes de la misma temática –mérito del escritor y no del director-, aunque el resultado no fuera el esperado y su calidad disminuya a lo largo del desarrollo del guión. 

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