Leer una tira de Mafalda es dejar que te hurguen la conciencia. Los personajes del dibujante argentino Joaquín Salvador Lavado -Quino para sus amigos, lectores y discípulos- nos hacen reconocer nuestras miserias en sus trazos engañosamente simples... mientras, al mismo tiempo, no podamos contener la carcajada. Este miércoles, Quino fallecía en Buenos Aires con 88 años, y por todo el mundo brotaron espontáneas muestras de cariño y homenaje, prueba de que su mirada -aguda y sarcástica, apesadumbrada y juguetona- ha calado hondo en muchas personas.
Buena parte de la "culpa" de este cariño universal lo tiene su creación más famosa, la citada Mafalda: una niña que compartía espíritu con su creador. Mafalda vive en un mundo que le resulta extraño y ajeno, y -desde su engañosa inocencia- cuestiona las verdades que los adultos cansados damos por supuestas demasiado a menudo. Mafalda -y sus amigos, inolvidables todos ellos- nos despega de la comodidad con una irresistible mezcla de sarcasmo, mirada limpia y dos tazas cargadas de mala leche.
Hace 37 años que Quino publicó la última viñeta de Mafalda -en 1973, había dibujado 1.928 tiras desde la creación del personaje-, pero los chistes nunca perdieron lustre. Aún hoy es una habitual de los corchos de las oficinas y los calendarios. En homenaje al fallecimiento de su autor, es un momento idóneo para recordar algunas de las mejores viñetas que publicó: una selección que nos recuerda por qué nos gusta tanto que nos hurguen la conciencia.
...y de propina, uno que parece hecho específicamente para este 2020 tan extraño: