REVISIÓN

La modernidad oculta del cine español

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photo_camera Zulueta y el arrebato moderno de la Transición.

Zulueta y su 'Arrebato' son ejemplo indiscutible de la versatilidad ignorada del cine nacional; una modernidad olvidada pero que ya estaba presente en la Transición

Inicié recientemente un viaje por la filmografía de Julio Medem y el cine español actual. Era inevitable acabar indagando en el pasado de la cinematografía nacional. A través de este director, llegamos a los míticos de nuestro cine, como Buñuel o Luis García Berlanga, pasando hábilmente por Luis Marquina y Benito Perojo.

Es cierto que cuando el ciudadano contemporáneo recorre la historia del cine español se desata aún cierto Viridiana (39)sabor amargo al rememorar aquellos tiempos de los niños cantores como Joselito y Marisol. Como mucho, hacemos una pausa en 'Un perro andaluz'(1929), 'Viridiana' (1961) y 'El ángel exterminador (1962). Pero este no es cine español propiamente dicho, ya que desde siempre nuestra España y la de nuestros antepasados, da la espalda a la modernidad y la vanguardia. Luis Buñuel era demasiado excéntrico, excesivamente innovador para su tiempo, no lo quisimos aquí.  

Así, creando toda una conciencia social que se rebela contra su propia autoría cinematográfica, llegamos a donde nos encontramos. La crisis de una industria  que, con mucho esfuerzo y dedicación, intenta todavía hoy superar el despectivo calificativo de “españolada”.

Esta generación está conformada por los hijos del siglo XXI, pero debería conocerse como los hijos de la contradicción. Nacidos de un mundo en el que arte y la cultura no tiene límites, nuestra mente se cierra ante el testimonio del pasado.  Pensando sobre esto y tratando de sobreponernos a la contradicción atestiguada durante años, llegamos a  'Arrebato' (1979) –no sin antes tener la experiencia del  film-zarzuela de Benito Perojo 'La verbena de la paloma' (1935), al lado del que los niños cantores se convierten en pura perfección-.

"Arrebato" es la segunda y última película de un director vasco que sin pena ni gloria, pasó por la historia del cine español, llamado Iván Zulueta. Este film versa sobre la necesidad de zulueta-arrebato_3llegar al arrebato, un término desconocido hasta entonces y que Medem explica como un instante mágico, en el que te quedas absorto frente a una imagen u objeto y el tiempo parece detenerse. El arrebato es ese lugar donde vive la creatividad y donde nuestra infancia vuelve a nosotros para reconciliarnos con la perspectiva infantil sobre la vida.

Nos situamos en el año 1979, en pleno énfasis de la transición, en un momento en el que el cine español planea una ruptura con el pasado y pretende reavivar una industria con grandes posibilidades. Este título, suena a rasgadura y encarna la renovación fílmica por excelencia. Sin embargo, puede que por atrevimiento o por su precoz innovación en un momento en el que los españoles avanzaban con tiento, "Arrebato" fue destinada al exilio y la marginación.

Zulueta nos cuenta aquí la obsesiva historia de un director de cine en busca de la creatividad, que, a su vez, consigue arrastrar a José (Eusebio Poncela) a su espiral de descontento con la industria cinematográfica. Con múltiples referencias a la literatura y al Séptimo Arte, llegamos image65a una obra de metacine que empuja a nuestras mentes a explorar lo inexplorable. Iván Zulueta decide bombardear a un espectador virgen en el campo sensorial, recién acabada la dictadura, con todo lo que estaba prohibido por la censura en los films españoles. Nos encontramos de este modo con sexualidad,  desnudez, creatividad, drogadicción y marginación explícita que emana crítica social hacia una España culturalmente aterida y sin saberlo, condenándose a las más inclementes críticas. Todo ello condimentado por el histérico padecimiento del síndrome de abstinencia de Ana (Cecilia Roth).

Se puede imaginar al sobrepasado espectador de la primera proyección de Arrebato, inquieto en su butaca. Debatiéndose entre el placer y el desasosiego mientras a su alrededor, otros se levantan escandalizados con dispuesta cobardía para abandonar la sala.

Además de todo el desorden rupturista, Ivan Zulueta nos pone en la piel de Pedro -interpretado por el desaparecido Will More-, ese director de cine que utiliza las drogas como fin para explorar su creatividad. Su aterciopelada y crispante voz –que se vuelve 61zfj8WkZOL._SL1500_misteriosamente grave y constantiniana cuando esnifa caballo- es la encargada de guiarnos por el devenir de la película. Sin temor, nos presenta a una figura extrañamente atractiva, que podría ser el alter ego del propio Pedro Almodóvar y  que simboliza todo lo que José no es capaz de alcanzar en el desarrollo del film.

Como guinda del pastel para cualquier cinéfilo moderno tenemos también el vampirismo, que forma parte integrante del argumento de Zulueta, ya sea como ficción dentro de la ficción o como realidad ficticia.

En definitiva, Arrebato es un caramelo de la hipermodernidad que nada tiene que envidiarle a películas como 'Holy Motors' (2012) dirigida por Leos Carax o la recién estrenada y oscarizada 'Birdman' (González Iñárritu, 2014). Es una obra que además ataca nuestra sensibilidad, consiguiendo que, pese a vivir en una contemporaneidad sin filtros, treinta y seis años después nos sigamos removiendo en el sofá en busca del porqué de este guión. Una joya de nuestro cine nacional de la que, consciente o inconscientemente, se nos ha privado, imposibilitando la revalorización de nuestro pasado fílmico.

Iván Zulueta investiga en Arrebato sobre la posibilidad catártica de la imagen y, queriendo o sin querer, consigue un cierto tipo de catarsis. Un proceso que hace que mientras ves este film llegues al arrebato, consigas la catarsis y te preguntes ¿Qué pretendes hacer conmigo, Zulueta? 

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