El parque 'Memento' de estatuas comunistas es un imán para los turistas

La estatua llamada 'jugadores de bolos'
La estatua llamada 'jugadores de bolos' por los budapestinos es un verdadero lugar de peregrinaje para muchos españoles que visitan el 'Parque Memento', donde se albergan las estatuas de la era comunista (1945-1989).
Se trata de un monumento a los participantes húngaros en las Brigadas Internacionales Españolas en la Guerra Civil, tallada en 1968 por Makris Agamemnon, explicó a Efe Orsolya Madary, directora de comunicaciones del parque.

Las tres figuras de la composición, situadas junto a unas lápidas con los nombres de ciudades españolas donde hubo batallas importantes, son muy parecidas a las figuras de los bolos, por lo que se merecieron ese apodo.

La idea de este parque surgió poco después de la caída del telón de acero, en 1991, en el Ayuntamiento de la capital húngara como una respuesta a la exigencia de hacer desaparecer las estatuas que recordaban al régimen comunista en las calles y plazas de Budapest.

En poco tiempo se concretó el parque, situado en las afueras de la ciudad, donde se recogieron las esculturas y estatuas más importantes de la época y que hoy atraen a numerosos turistas.

Finalmente, en junio de 1993, en el segundo aniversario de la salida de las tropas soviéticas del territorio húngaro, se inauguró el parque concretando las ideas del arquitecto Ákos Eleöd.

La mayoría de la figuras tienen una historia propia y están rodeadas de leyendas especiales, como por ejemplo la escultura de Lenin, que en su tiempo se situaba en la isla Csepel, al sur de la ciudad, que es tradicionalmente un barrio obrero.

En la década de los años sesenta, cuando Hungría sufría de escasez de alimentos, un grupo de obreros, cansados los 'tiempos duros' colocaron en la mano de Lenin un pan con manteca de cerdo, comida tradicional de los pobres.

En el cuello del ex dirigente soviético colgaron un cartel que decía: 'Basta de la sonrisita, Lenin, esto tampoco durará para siempre, ni los 150 años de la ocupación otomana fueron suficientes para convertirnos en turcos'.

Otras obras representaciones como punto de ubicación, así la del capitán ruso Ostapenko, en las afueras de Budapest, donde se situaban los turistas con pocos recursos para hacer autoestop y llegar al lago Balaton.

Es curioso pero hay sólo una escultura donde aparece János Kádár, que dirigió el país desde 1957 hasta la caída del telón de acero, pero está escondida entre otras muchas figuras que representan a los manifestantes de la revolución comunista de 1919.

La directora de comunicaciones del parque destaca que en Hungría, durante décadas, no se levantó ni una escultura en memoria de los soldados magiares muertos en la Segunda Guerra Mundial porque participaron aliados de los alemanes, pero sí hay de los soviéticos que formaron parte del ejército que ocupó el país después de haber vencido a Alemania.

La muestra de esculturas se complementa con salas de exposiciones donde los visitantes pueden profundizar sus conocimientos históricos.

En otra sala se puede ver, entre otras cosa, una película preparada en los años sesenta por agentes de seguridad nacional sobre cómo deben actuar los delatores y espías del régimen comunista.

En este espacio es donde podemos ver la copia de las botas de la estatua de Stalin, de casi 2 metros de altura, y que es lo único que quedó en octubre 1956, cuando fue derribada durante la revolución antisoviética en Budapest.

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