CON LOS PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA

El presidente tiene un retortijón

El presidente peruano Alberto Fujimori con el presidente de Efe Alfonso S. Palomares durante la conferencia de prensa en la sede de la agencia.
photo_camera El presidente peruano Alberto Fujimori con el presidente de Efe Alfonso S. Palomares durante la conferencia de prensa en la sede de la agencia.

Estaba claro que era un hombre satisfecho de sí mismo y consideraba que estaba predestinado a salvar Perú, no a joderlo como había escrito Vargas Llosa

A principios de octubre de 1991 recibí una inesperada llamada del jefe de gabinete del presidente peruano Alberto Fujimori. El presidente iba a realizar una visita oficial a España y habían pensado que el mejor lugar para que ofreciera una rueda de prensa era la Agencia Efe. Le contesté que le cederíamos encantados el salón de consejos o la estancia que quisieran. Siempre es bueno ser el escenario de la noticia, añadí.

A los pocos días vino a verme un importante funcionario de la embajada para decidir el lugar. Dimos una vuelta por el edificio, 18.000 metros cuadrados, y de común acuerdo pensamos que el salón de consejos parecía el más indicado, no era demasiado grande, pero podíamos poner megafonía en los pasillos adyacentes, ya lo habíamos hecho otras veces. Después de enseñarle las salas en las que estaban instaladas las nuevas tecnologías, especialmente las relacionadas con los satélites, me pidió que se las enseñara al presidente, que le interesaban mucho las nuevas fronteras tecnológicas de las comunicaciones. Me pidió también si podía presentarle en la rueda de prensa, le contesté que por supuesto lo haría, pero que no podía hacer una presentación hagiográfica, me limitaría a hacer una presentación esquemática de su vida académica y política. Era la norma de la casa. 

Dos días antes del día señalado me llamó otro personaje del entorno de Fujimori para decirme que el presidente estaba muy interesado en conocer las instalaciones de la agencia, y quería saber si la visita debía realizarse antes o después de la conferencia de prensa. Cuándo y cómo decidan, respondí. Dos horas después llamaron para comunicarme que la visita sería antes.

A la hora indicaba le esperé en la puerta del edificio, era lo lógico. Llegó puntualísimo con un séquito de cinco aparatosos coches negros. Se parecía tanto al que había visto tantas veces en las fotografías que le saludé como a un viejo conocido. Subimos al despacho, después de sentarnos me soltó a bocajarro:

-¿Sigue usted la política peruana?

 -Por supuesto, día a día. Es mi obligación como parte de mi trabajo. Tenemos una delegación en Lima altamente cualificada.

-Es que sobre Perú se están generando muchas confusiones. A esto contribuye en gran medida el discurso de mi rival Vargas Llosa, no ha asimilado la derrota, pensaba que iba a ganar con su nombre literario, pero solucionar los problemas de la política no se hace con personajes de ficción, se opera sobre la realidad. En Perú nos enfrentamos al caos político, a un terrorismo desalmado y a una economía en crisis. Yo estoy luchando a fondo contra esas  tres plagas. Es una lucha apasionante que produce profundos pesares, pero también enormes satisfacciones.

Era un hombre satisfecho de sí mismo y consideraba que estaba predestinado a salvar Perú, no a joderlo como había escrito Vargas Llosa. No caí en la tentación de hacer alguna reflexión cuando aludió a Vargas Llosa, aunque lo pensé, podría engendrar un clima de tensión y no era el momento adecuado para discutir.

-Presidente, ¿quiere ver la agencia?

- A eso vine, aparte de a la rueda de prensa.

Lo que más le sorprendió fue la subida de las noticias y las fotografías al satélite Hispasat y ver como caían como una lluvia mansa sobre todos los medios de comunicación de Iberoamerica.

La sala de consejos estaba abarrotada de fotógrafos y periodistas, y los pasillos de curiosos. Entramos, nos sentamos en la cabecera de la mesa, él a la derecha y yo a la izquierda según se puede ver en la fotografía. En la presentación evité los adjetivos y cualquier palabra que pudiera ser interpretada como alabanza. Entonces, Fujimori, apodado el Chino, gozaba de un notable prestigio por sus logros en la lucha contra los guerrilleros de Sendero Luminoso capitaneados por Abimael Guzmán. Cuando estaba en la mitad de la conferencia de prensa, vi que se llevaba al estómago las manos inquietas y contraía la cara con movimientos alterados, hizo un gesto de pedir auxilio a uno de sus ayudantes, que respondió inmediatamente a su llamada. No oí lo que le decía, pero el ayudante se me acercó después y ocultando la boca con la mano para impedir que los periodistas pudieran leer en sus labios lo que me decía. Y lo que dijo fue: "El presidente tiene un retortijón, ¿hay un baño cerca?" "Sí", contesté. Nos levantamos y dije a los periodistas: "Perdonen, nos vemos obligados a suspender por un momento la entrevista, el presidente tiene que atender una llamada urgente de su gabinete de Lima". Lo llevé a mi despacho y vi como entraba precipitadamente en el baño. Al cabo de un rato salió con el rostro relajado y sonriente. Había aliviado las inquietudes que le perturbaban.

La conferencia de prensa continúo sin mayores sobresaltos y sin que nadie se hubiera enterado de la verdadera causa. Solo un periodista del Comercio de Lima le preguntó:-¿Era importante la llamada que acaba de atender?

- No, no era importante. Era para esclarecer algo interno.

Hubo muchas preguntas sobre terrorismo y sobre la marcha de la economía. Varias veces afirmó con rotundidad que iba a erradicar el terrorismo utilizando todos los medios a su alcance. En cuanto a la economía, manifestó que los peruanos eran conscientes que tenían que apretarse el cinturón con un sólido plan de ajuste para entrar en el camino de la recuperación económica. Hablaba con palabras de acero para dar credibilidad a su discurso. Daba la sensación que la democracia le estorbaba, y así era, aunque entonces evitaba decirlo. Poco más de un año después, el 5 de abril de 1992, con el apoyo del ejército, encabezó un autogolpe para hacerse con todo el poder sin cortapisas. Disolvió el Parlamento, eliminó la constitución e intervino la justicia. Lo hizo orquestando una campaña contra las instituciones, contra los partidos políticos y poniendo de relieve el desbarajuste económico. El pueblo le prestó un apoyo notable al golpe, creyendo que podría significar un giro positivo. Para disimular su condición de autócrata, a finales de 1992 convocó elecciones para un denominado Congreso Constituyente Democrático, que fueron boicoteadas por los partidos tradicionales. No le importó, siguió adelante con la turbia convocatoria y como estaba previsto ganó su partido de la Nueva Mayoría. La detención del temible líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán en septiembre de 1992 hizo subir como la espuma la popularidad de Fujimori. Abimael era un combatiente enloquecido, temido y odiado por la población. La siniestra sombra de la muerte. Fujimori explotó a fondo la captura del sanguinario líder maoísta, legitimando el autogolpe de Estado elaborando una nueva constitución acorde con sus objetivos políticos. En las elecciones del 1995 ganó por mayoría absoluta unas elecciones plagadas de fraudes frente al ex Secretario General de la ONU, Pérez de Cuéllar. Se consideraba por encima de los rituales democráticos.

Al principio de este segundo mandato tuvo lugar un notable crecimiento económico. En un breve encuentro que mantuve con él en Lima me aseguró que Perú comenzaba una nueva era, la bautizó como "Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional". Las tensiones crecieron y Perú se convirtió en paraíso de la corrupción, los terroristas mataban y Fujimori respondía con muertos, muchos de los cuales eran enemigos políticos que no tenían nada que ver con las guerrillas. La economía dio un vuelco para mal y estalló una fuerte crisis económica que minó fuertemente el prestigio y la credibilidad de Fujimori. 

En el 2000 logró ser elegido en unas nuevas elecciones tramposas, muy criticadas dentro y fuera del país. Se descubre la corrupción que tiene un nombre señero en Vladimiro Montesinos, mano derecha de Fujimori y protagonista de las más variadas corrupciones, alguna de ellas filmada con toda claridad. En el país estalló una tormenta de cólera contra Montesinos y Fujimori. Montesinos huyó del país y la tormenta provocó la dimisión de Fujimori. Ambos fueron acusados junta a buena parte de sus ministros de los delitos de blanqueo de dinero, narcotráfico, contrabando de armas y asesinatos. Unos angelitos. Alberto Fujimori fue condenado a 25 años de cárcel por todos los delitos cometidos y probados. Hace un año, el actual presidente peruano Pedro Pablo Kuczinski le indultó a cambio de favores políticos, en contra del parecer más numeroso de la opinión pública.

En 1969, mucho antes de presentarse a las elecciones presidenciales contra Fujimori, Vargas llosa escribió en Conversación en la Catedral una pregunta inquietante, ¿en qué momento se había jodido Perú? Zabalita era como el Perú se había jodido en algún momento. Con Fujimori, el país andino se jodió en varios momentos, lo escribió Vargas Llosa varias veces para denunciar tanta jodienda.

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