BOLA EXTRA

El ourensano "Pepe" Martínez: con 81 y quemando zapatilla

photo_camera José Manuel Martínez "Pepe" cruzando la línea de meta de la San Martiño 2017 ante la mirada y los aplausos de los asistentes y de la organización.

"Pepe" Martínez empezó a correr con unas Kelme a los 30 años, desde entonces no hay andaina ni popular que se le resista

Está pendiente de recibir una llamada para formar parte del reparto de una película que se rodará en Ourense. "Me dijeron que era para un papel para hacer en pareja. Estudié algo de teatro y a mí me gusta mucho improvisar, así que estoy esperando a que me llamen", desvela entusiasmado José Manuel Martínez "Pepe" (22/9/1936). 

Este ourensano de 81 años acaba de salir del gimnasio AQA de Ourense. Un poco de cardio, abdominales y, a veces, alguna clase grupal. Nunca triste, siempre feliz. Y más ahora que ha cambiado de look: "¿Viste? ¡Me dejé bigote!".

Después de una ducha, tiene tiempo para un café. De esos con historia, de los que apetecen. Pepe es un deportista nato. Corre, nada, baila, camina... El mérito lo tiene porque a su edad es un hombre incansable. La vida le desgasta, pero menos que a otros por todo el ejercicio físico que hace. "Mi primera carrera, déjame pensar, fue en Cea.Pero mucho antes ya hacía andainas con el Liceo, después con la Universidad y ahora cada Concello organiza una así que suelo ir a todas. Me acuerdo mucho de las andainas que hacía Chicho Outeiriño, que eran muy duras y siempre íbamos y las acabábamos. Son bonitos recuerdos".

Se casó a los 34 años y desde cuatro antes de contraer matrimonio con Conchita, no para de caminar. "Empecé para hacerle ver a mis hijos que había que llevar una vida saludable". Trabajó en la Caixa Rural, hasta que pasó a CaixaGalicia. Todas las tardes salía a caminar ya fuera solo o no. "Me acuerdo que me regalaron unas Kelme para hacer ejercicio. Y empecé a andar desde Ourense a Barra de Miño. Lo hacía todos los días. Pues resulta que me encontraba siempre con el mismo hombre y entablamos una amistad. No nos llamábamos ni nada, nos encontrabamos por el camino". Además de trabajador y deportista incansable, también era aficionado al fútbol aunque nunca le pegó una patada al balón, "a no ser que fuera en el colegio, que nos hacían practicar deportes". 

Las anécdotas salen sin querer: "Tenía un amigo que se llamaba Arturo y le dije de ir a ver el CD Orense a Porriño que jugaba allí. Él era trabajador de la Federación Gallega de Fútbol así que no pagaba la entrada y yo pagué. Bueno, el caso que arrancamos de Ourense con una moto Iresa. ¡Imagínate! Aparte era un día de mil rayos, con lluvia, bueno una odisea. El caso es que en la Cañiza paramos porque Arturo tenía un amigo con un taller y nos dejó un coche para completar el recorrido. A la vuelta, volvimos a parar en la Cañiza para coger la Iresa y dejar el coche. Fue un viaje que hicimos juntos y es para contar". Con el CD Orense tiene otra anécdota: "Jugaba el equipo en el Couto y me tenía que marchar a Melilla a la mili. Era un 21 de febrero de 1957 y el rival era el Turista. Tuve que dejar la maleta en un bar de la estación de tren, para poder ver la primera parte. Bajé al Couto, vi la primera parte y me fui corriendo para poder llega a tiempo a la mili". 


Más aplausos


La San Martiño 2017 sirvió para encumbrar a Álex Fernández, pero también para ver la resistencia de Pepe. Un hombre que no se acomoda y que completó en menos de una hora y media los diez kilómetros de la popular ourensana. 

Su ciudad agradeció el esfuerzo, desde el Puente Romano hasta el Pabellón de Os Remedios.Los aplausos inundaron los últimos metros: "Tenía que acabar como sea, me estaban apoyando". Una sensación que le ocurre muy a menudo: "Me pasa lo mismo cuando corro o camino en Baiona o Pontevedra, noto que la gente me apoya y me quiere mucho. Me dan mucha fuerza". Aunque "mi familia no me ha venido nunca a ver ni animar, sin embargo amigos míos, sí". Tras estas palabras, el rostro se vuelve triste. Esa falta de apoyo familiar le provoca un momento de pena, pero pronto recupera su sonrisa.

Tras algunas confidencias en el Bar Bekas, remueve el café con leche para beber los últimos tragos. Y sentenciar que "si te cuento todas las andainas que hice, te puedo aburrir. Tenía que haberlas anotado desde el principio, llevar la cuenta de todas, pero ahora es muy difícil, por no decir imposible". Si alguien quiere echar un baile, Pepe se anima. Si quieres andar, Pepe te acompaña. Tiene una energía inagotable que le hace ser único. Como él, pocos quedan.

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