LA OPINIÓN

¡Basta ya! también en el fútbol

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Los insultos en las gradas a árbitros y jugadores no se interpretan con la misma gravedad que en otros ámbitos de la vida

Este domingo fueron dos partidos de fútbol los que se suspendieron temporalmente. Uno por insultos a un árbitro y otro por el lanzamiento de agua a un juez de línea. Graves los dos casos, pero no más que todos los demás en los que los insultos se toman como parte del contenido habitual de un partido de fútbol cualquiera. La única diferencia es que en unos los árbitros prefieren hacer oídos sordos y en estos dos fueron los suficientemente valientes para decir: ¡Basta ya!

Toca ponerse la pilas de verdad y no de boquilla y hacer frente a los que convierten el fútbol en un circo arcaico y fuera de lugar. No vale poner el grito en el cielo con causas sociales de todo tipo y luego ser cómplice de esto riendo la gracia y no señalando al agresor físico o verbal en el fútbol. Lo más grave de cada jornada no pasa en los campos que salen a la luz porque se cansan sus árbitros. Es lo que ocurre en todos los demás y queda impune.

El árbitro del partido de juveniles de Velle fue insultado, pero más dañina todavía es la humillación al hijo que estaba jugando mientras su padre hacía el ridículo desde la barandilla. El que obliga a actuar a un club que hace todo lo posible para que el deporte haga de educador y se topa con energúmenos que se empeñan en mancharlo.

Lo fácil es hablar en el bar o escribir en las redes sociales, pero el que calle, ríe o mira hacia otro lado es cómplice de la violencia absurda y pasada de moda en un deporte que se resiste a erradicar lo que en otras disciplinas ya suena a prehistoria. ¿Qué están haciendo los demás clubes provinciales para evitarlo? ¿A quién le toca el domingo que viene?

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