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El Campus Ourense, con el balón en la maleta

Shearer, jugador del Campus, en un partido disputado en Ourense la temporada pasada (ÓSCAR PINAL).
photo_camera Shearer, jugador del Campus, en un partido disputado en Ourense la temporada pasada (ÓSCAR PINAL).
El equipo ourensano sigue esperado noticias definitivas sobre su terreno de juego y teniendo que viajar para jugar como local

El domingo el Campus recibe al Eibar. Esta vez los ourensanos se han librado de jugar en A Coruña y les toca hacer de anfitriones en Vigo. Dentro de lo malo han tenido suerte. Para un partido a las doce del mediodía sonará el despertador a las siete y media de la mañana. Desayuno, autobús y una hora de carretera. En el maletero, las empanadas, bocadillos y bebidas para el "tercer tiempo".

En Vigo, al cuerpo técnico le tocará pintar el campo y a los jugadores poner los banderines y las protecciones de los palos. La rutina de cada partido esta temporada cuando el Campus hace de local.

"Falta la ilusión que teníamos otros años", reconoce David Monreal en medio de una semana que parecía la definitiva para recuperar su campo y que se convierte en otra más sin noticias.

El día a día es cada vez más complicado. Difícil motivar a un equipo que se han cansado de escuchar el cuento del lobo. Jugadores con la mochila desgastada y un entrenador desesperado porque ya no sabe qué contarles para que crean que esta pesadilla tiene fecha de caducidad.

El lunes está previsto que vuelva la empresa (Mondo) encargada de la restauración del terreno de juego que mantiene al Campus en un peregrinaje permanente. Un chiste sin gracia que empezó en el mes de agosto cuando la Federación no homologó el campo.

Papeleos primero y buenas intenciones después, pero la obra sigue sin terminarse. El 18 de diciembre se cepilló el terreno de juego y se renovó parte del caucho de la campo. Se estiró y se mejoró la altura del césped artificial. Desde entonces no hay más novedades.

"Clama al cielo. Quiero pensar que no nos están mintiendo, pero ya no sabes qué pensar", reflexiona en voz alta el entrenador.

Tras las obras tendrá que venir una empresa de Toledo a comprobar que está todo en orden. Probar el bote del balón, el estado del césped, del caucho, la entrada para ambulancias... "Cosas que no había oído en mi vida".

Casi 10.000 kilómetros después de empezar la liga, el Campus volverá hacer la maleta para jugar en casa. Más cansados, pero sobre todo aburridos de esperar sin saber muy bien por quién.


Monreal: "Hemos perdido la ilusión de otros años"


El Campus prepara el próximo partido resignado a jugar una vez más en Vigo. Con alguna baja importante en la plantilla, pero compitiendo por un objetivo ambicioso pese a todos los problemas que condicionan su día a día.

"Ya no digo que fuésemos de segundos, pero estoy seguro que jugando en nuestro campo llevaríamos muchos más puntos", dice David Monreal. Quizá los que separen al equipo ourensano de la fase de ascenso que jugarán dos de los tres mejores terceros de la División de Honor B.

Su discursos empieza con humor, pero acaba en desesperación: "A este ritmo acabaremos jugando en Vigo contra el Vigo y pintándoles nosotros el campo. Entiendo que somos un deporte minoritario y que somos pocas licencias, pero alguien tiene que hacer algo. Los jugadores ya no me creen. Se ha perdido la ilusión de otros años y se está perdiendo la vinculación entre los propios jugadores por el cansancio de todo esto. Y ya no sé qué decirles". 

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