El cielo gana un caballero

Rosendo Luis Fernández (i) con Luis Soria, en un acto de la Asociación de Entrenadores Afiador.
photo_camera Rosendo Luis Fernández (i) con Luis Soria, en un acto de la Asociación de Entrenadores Afiador.

Querido amigo, admirado Luis. Cuando de madrugada supe, a través de tu hijo, que nos habías dejado de la faz de la tierra, creí a tales horas que estaba soñando. Desgraciadamente no era así. Ya una vez, asimilada la resignación por el deceso, sólo pienso que “puedo llorar porque Luis Soria se ha ido, o puedo sonreír porque ha vivido”; sí, fueron innumerables los momentos vividos y disfrutados, que serán para siempre imborrables, hasta que nos volvamos a encontrar allá arriba. Hemos perdido un hombre bueno, en todo el sentido de la palabra bueno; AFIADOR pierde a su presidente y fundador, el fútbol pierde un apasionado…, perdemos los muchísimos amigos que tanto te apreciábamos y queríamos; y el cielo gana un caballero.

La afición transformada en amor al deporte fútbol, desde temprana edad, hizo que Luis comenzara a practicarlo; primero en la posición de portero; aunque una importante y desgraciada lesión traumática renal en Ponteareas, con sólo diecinueve años, lo retiró de estar bajo los tres palos de la portería. Pero sus ganas de continuar ligado al deporte y sus ansias de superación fueron tan grandes y determinantes que, lejos de amilanarse, surge el Luis Soria entrenador con título de categoría nacional, ligado a varios Clubs de la provincia, entre ellos al Celanova que lo llevó a jugar la Copa del Rey; al Atlético Ourense, donde fue determinante para la carrera deportiva del portero Miguel Ángel, más tarde internacional español; delegado del C.D.Ourense. Humildad no exenta de retranca, carisma, señorío y bonhomía, fueron sus señas de identidad en la vida y en los banquillos. ¡Cuántas veces me recordaste que aún confundíamos la figura del entrenador con la de alineador!, muy típico de tus primeros años como entrenador. No hace tantos meses que aún me decías en voz alta: ”Doctor Rosendo –como siempre me llamabas-, hoy los entrenadores están muy preparados, saben de psicología…, de todo; y yo valoro los que entrenan y preparan a los más jóvenes, porque primero hay que hacer es formar personas; yo tuve a mis órdenes bastantes talentos futbolísticos jóvenes, pero los perdió la formación de la persona, la personalidad”. ¡Palabra de Luis Soria!, un adelantado a su tiempo.

Como trabajador siempre ligado a la sanidad, Luis Soria comienza laboralmente muy joven, en los escalafones más inferiores del extinto INP, para pasar al INSALUD y acabar su vida laboral en el SERGAS, como jefe de personal subalterno, con casi cincuenta años de actividad. Despedida en A Merca, toda una fiesta. Luis fue trabajador en el Psiquiátrico de Toén, después en el “Dieciocho de Julio” –hoy Novoa Santos-, para acabar en el ambulatorio Avia de Ribadavia. Siempre querido y respetado por compañeros y sus superiores; haciendo gala de que el buen dirigente dirige sin imponer; a eso se le llama capacidad inteligente y conocimiento de la gente. Recuerdo la “Noche Buena” del 97, siendo yo Director del SERGAS en Ourense y Luis responsable el ambulatorio de Ribadavia, con la crecida del rio y entrada del agua en el ambulatorio; pues esa tarde noche me llama para ir a achicar agua y salvar historias clínicas en los bajos anegados del Centro; medio cenamos en un bar de los aledaños. Siempre el primero en personarse, siempre sentido de la responsabilidad y del deber. Disciplina como ejemplar deportista.

 Sirva como muestra de lo dicho, lo que me hace saber Miguel Santalices, al enterarse de su muerte: “Luis Soria desarrolló en el Psiquiátrico de Toén una importante labor asistencial, desde el año 1971 hasta el 1985. Fue preparador físico de los pacientes, experimentando estos una mejoría física importante, En el año 1985 tuvo que dejarlo por la Ley de incompatibilidades, pero su cariño hacia el Hospital le siguió vinculando al mismo como entrenador del equipo del Centro, integrado por trabajadores y pacientes; un gran equipo que mismo dio una paliza al equipo de la Consellería de Sanidad, a la que ganamos en el campo de Santa Isabel en Santiago. Por ello tanto lo querían los pacientes”.

Nos consuela pensar que, como Borges, tu muerte ha sido una vida vivida –como tú admitías, al lado de Toñita-; y la vida es, siempre y para todos, una muerte que viene. Estarás siempre en la retina, en el sentir, en el corazón de la gente del deporte al que amabas. “Sit tibi terra levis”.

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