El día en que Amancio Amaro, leyenda del Real Madrid, vistió de blanco Manzaneda

Pretemporada de La Región en Manzaneda.
photo_camera Pretemporada del Real Madrid en Manzaneda.
El Real Madrid, entrenado por la leyenda gallega recientemente fallecida, Amancio Amaro, realizó su primer stage de pretemporada en la Estación de Montaña en 1984

El madridismo en particular y el fútbol en general lloran a Amancio Amaro. El futbolista gallego falleció el pasado martes. Atrás deja una carrera de leyenda sobre el césped pero, también, una etapa al otro lado de la línea de cal. Y es que el coruñés fue entrenador del club de sus amores. Primero del Castilla, el filial, donde empezó a dar forma a la mítica “Quinta del Buitre”.

Después, en verano de 1984, cogió las riendas del primer equipo. Un plantel que eligió, para su puesta a punto, la Estación de Manzaneda. Unas instalaciones de categoría para un grupo de jugadores de gran nivel. Los Butragueño, Valdano o Stielike respiraron el oxígeno ourensano para cargar las baterías ante un exigente curso. También el ourensano Miguel Ángel, que puso el acento de As Burgas con 37 años en el DNI pero la ilusión de un chaval.

Fueron jornadas maratonianas desde que la concentración arrancó el 18 de julio bajo la dirección de Amancio. Una de esas pretemporadas a la vieja usanza, lejos de los viajes a territorios exóticos (y de muchos billetes) donde ponen rumbo los “grandes” en la actualidad. El olor a Reflex y Linimento sobrevolaba en un ambiente donde los futbolistas eran eso, futbolistas, muy alejados de la imagen de hombres inaccesibles de este siglo XXI.

Las crónicas de La Región de la época destacaban el primer madrugón de los blancos (sudando desde las 07:45 horas), las carreras por los tramos señalizados y el trabajo sobre un “excelentemente cuidado” campo de fútbol. Un “caramelo” para los ourensanos, que no dudaban en coger el coche y viajar hasta la Estación para ver las evoluciones de sus ídolos en unos años donde su exposición televisiva no era ni la mitad de la mitad de la actual. Incluso el domingo 22, aprovechando el día de descanso, se organizó una visita de diferentes peñas madridistas de Galicia para hacer afición. 

Desde el centro neurálgico de su pretemporada, los blancos también se desplazaron a otros puntos de Galicia. Tanto este primer año, como en las visitas posteriores. Porque hasta cuatro veces estuvieron los blancos en Manzaneda. De la Estación salieron para jugar el prestigioso Teresa Herrera en A Coruña (junto a Bayern o Santos) o el veterano Concepción Arenal en Ferrol. El roce hizo el cariño y las comodidades y el buen trato “obligaban” a repetir.

Una primera concentración que se prolongó hasta el martes 31 de julio. El día del adiós, la expedición del Real Madrid se trasladó a Ourense para disfrutar de una cena de despedida a la altura en el restaurante Sanmiguel. Lo que es irse con buen sabor de boca. 

Atrás dejaban mucho esfuerzo y un sinfín de anécdotas. La visita de los directivos del Club Deportivo Ourense, San José leyendo las revistas del corazón donde protagonizaba algún que otro artículo y las conversaciones y confidencias entre jugadores y trabajadores de Meisa, la sociedad encargada de la Estación de Montaña, promovida por José Luis Outeiriño, editor de La Región y actual presidente de honor, que gestionó estas concentraciones junto a los entonces presidentes del Real Madrid, Luis de Carlos Ortiz, primero, y Ramón Mendoza, después.

El Real Madrid de Amancio puso rumbo a la capital tras casi dos semanas en territorio ourensano. Baterías cargadas para una temporada ilusionante sobre el papel. Después, el paso de las semanas, dejó a un equipo blanco sin opciones en la Liga pero con un “alegrón” europeo. Campeones de la malograda UEFA el año del  “90 minuti en el Bernabéu son molto longo” de Juanito en las semifinales contra el Inter. Un título internacional que empezó en Manzaneda y del que ya no disfrutó, desde el banquillo, Amancio, sustituido por Molowny.

El idilio entre el Real Madrid y la Estación quedó registrado en las hemerotecas y, también, en el recuerdo de muchos madridistas ourensanos que disfrutaron de aquellos maravillosos veranos.

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