Fútbol con espectáculo en el Arjiz de Verín (2-1)

Iván González celebra la victoria, ayer en el José Arjiz.
photo_camera Iván González celebra la victoria, ayer en el José Arjiz.
Iván González lidera desde la banda la victoria de los ourensanos ante un Valladares que amagó pero pegó poco

Ya gana el Verín con Iván González al mando, después de un empate y una derrota era de ley que tocaba victoria. Sufrida, porque un penalti a última hora lo complicó todo. Y el entrenador acabó el partido y apenas tres amarillas recibieron los ourensanos, que visto lo visto también es un triunfo. La cabeza de Miguel Vilachá abrió el camino mediado el segundo tiempo, la pierna izquierda de Hugo García, empalando una pelota según venía, sin dejarla caer, pareció cerrar el partido. Parecía, porque a falta de un par de minutos, la entrada impetuosa de Germán sobre un delantero vigués fue sancionada con penalti. Salgado rechazó el primer lanzamiento, de Coira, no pudo con el segundo, gol de Souto. Brazos arriba del entrenador, el frío se lleva mejor con los tres puntos.

Fútbol con espectáculo en el Arjiz, como copa con espectáculo se ofrece en cualquier discoteca que se precie. Iván González, viejo zorro, lo  primero que ha hecho ha sido ganarse a la grada, que arranca en carcajadas con cada comentario a voces del entrenador, siempre positivo que diría Van Gaal. “Me gusta lo que veo”, “de diez, estamos de diez” salía de la boca de González, ante el juego de un Verín que en los ocho primeros minutos ya había rematado tres veces. Pasó después por un periodo complicado, con amagos sin llegar a dar de un Valladares que mandó arriba la ocasión más clara, con Heber salvando la vida.

Desde la esquina izquierda salió la pelota que Miguel Vilachá cazó antes que el guardameta destino a la red. “Haz gol, que para eso eres el 9” vociferaba González a su delantero centro. Dicho y hecho, después de otro cabezazo de Vilachá, cruzado éste, que se perdió junto al poste, pelota golpeada por Hugo García para cerrar el partido. Sonrisa del entrenador, bonachón, difíciles de comprender tantas expulsiones, que mandó a todo el banquillo hasta el córner para celebrarlo. Poco inquietó el gol visitante, el trabajo estaba hecho. 

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