La ilusión de estar y llegar en la San Martiño

San Martiño. Inclusiva.
photo_camera Jesús Álvarez sonríe de felicidad al entrar a meta en la carrera inclusiva.

Cada llegada de la carrera inclusiva iluminó la cara de los protagonistas y contagió de felicidad a todos aquellos que los recibieron

Jose Luis Arce está nervioso. Se le nota, su madre es su altavoz. "Vio mucha gente y está un poco nervioso, pero cuando esté con sus amigos se le pasará, ¿a que sí?", dice Rosa, su progenitora. Él asiente con la cabeza, mirando el abanico de colores. Su mirada denota ilusión, sus gestos algo de miedo. La situación no es familiar y eso, a veces, asusta. 

20181118165512046_resultEste ourensano de 17 años con diversidad funcional completó su primera San Martiño con una sonrisa difícil de olvidar. Entró rápido con la multitud de padres que acompañaban a sus "cativos". "La verdad es que llevaba años queriendo correr la prueba, pero al ser tantos kilómetros la absoluta se podía agobiar al no tener nadie conocido cerca. La carrera inclusiva es una forma de recordar que también nosotros estamos aquí. Porque estamos un poco olvidados". Rosa describe la situación actual de la oferta educativa, deportiva, social y cultural en la que las actividades para personas con diversidad funcional son "residuales".

La carrera absoluta es la que atrae los focos, las portadas, las fotografías, pero los aplausos los arrancaron ellos. Los valientes que cada día escriben la palabra esfuerzo al desayunar y se acuestan con un nuevo reto. Entre algún chascarrillo, José admitió que "las matemáticas, me gustan mucho". Sin embargo, es la informática lo que más le atrae de sus estudios. Llega su profesora de colegio y cambia su actitud. Más sonriente, más activo, con la confianza de vivir todos los días con ella. Se escapa para estar con los suyos, mientras Rosa lo mira de lejos: "Cuando están juntos se lo pasan bien y en la carrera ya verás como saca su gen competitivo".

La historia de Jose Luis es la de aquellos que en silla de ruedas, en muletas o apoyándose de la barandilla han escrito su nombre en una clasificación que sirve de ejemplo. Un espejo donde mirarse y para reflexionar. Cada corredor de la carrera inclusiva que terminó reprodujo su propia historia. Jose lo hizo con una sonrisa, igual que Jesús Álvarez (9242) en muletas. José Manuel Rodríguez (9244) lo hizo llorando. Y todos lo acompañaron.

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