El COB, gracias a su gestión de los egos y trabajo por el bien común, se ha ganado el respeto y cariño de todos
Una familia. En una época en la que los egos personales parecen ser más importantes que el éxito colectivo, resulta especialmente agradable observar el día a día del Río Ourense Termal.
De la mano de Gonzalo García de Vitoria y su incansable cuerpo técnico, el conjunto ourensano se ha ido labrando la fama de equipo familiar, en el que los éxitos llegan por el bien común, por el trabajo de muchos en favor de un objetivo, tal y como sucede en otros aspectos de la vida.
En la victoria, pero especialmente en la derrota (inolvidable la primera vuelta de la temporada pasada con el apoyo incondicional desde la grada), el referente del deporte ourensano, por lo menos en cuanto a masa social y categoría, ha conseguido inculcar a su abundante afición, que cada semana que pasa aumenta, una complicidad que se ha convertido en la envidia de muchos equipos de la competición y también de la prensa, que destacan lo emotivo del pasamanos y gestos de cariño hacia los valientes que viajan con el club en cada desplazamiento.
Con la honestidad como baza, el COB y su afición se han unido para soñar un año más. El karma quizá tenga un regalo en 2019.
