BOLA EXTRA

El ourensano que fue testigo de un atentado en el Bernabéu: "Foi un bombazo ensordecedor"

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photo_camera Imagen del atentado y de Feliciano Romero

El presidente del Monterrei CF, Feliciano Romero, vivió el atentado de ETA en el Bernabeu en 2002 antes de disputar las semifinales de la Champions

Jorge Valdano analizaba el partido de la vuelta de la Champions League entre el Real Madrid y el Barcelona en mayo de 2002 en Radio Marca. El comentarista avisaba que el 0-2 de la ida con goles de vasilena de Zidane y McManaman daban muchas posibilidades al equipo de Vicente del Bosque de salvar la temporada después de una liga celebrada por el Valencia. De repente, "boom". 

Cuatro horas antes, una llamada. La banda terrorista ETA avisaba al diario Gara de un coche-bomba en los aledaños del Bernabéu. La policía estableció un cordón de seguridad y organizó a los aficionados para que no pasaran por las zonas conflictivas. Sin embargo media hora después del aviso, todo se estremeció cuando la Puerta del Sol marcaba las 16:55 horas. Un Renault 19, con la matrícula M-1655-MB doblada, dejó 17 heridos y una decena de turismos calcinados.

A Feliciano Romero se le paró el habla por unos segundos. El actual presidente del Monterrei CF estaba hablando por teléfono con un amigo, intentando compartir las sensaciones de una semifinal de Champions. Acababa de recoger las entradas para el partido. "Recordo que foi un bombazo ensordecedor". Todavía tiene el ruido en el oído y la hora en la retina. "Faltaba pouco para as cinco da tarde cando escoitei un ruido enorme. Nos estabamos no outro lado da Castellana tomando algo e facendo a previa do partido con outros aficionados do Real Madrid. Estaba falando por teléfono cun amigo e escoitei o estoupido dunha explosión, como se fora un barreno. Foi durante un ou dous segundos, pero o ruído foi seco e prolongado. Quedeime quieto sen saber qué facer".

Las sirenas de la ambulancia, de la Policía Nacional y de los bomberos se escuchaban a distancia. "Cando chegamos escoitamos que ETA avisara de que ía atentar". La Policía había acordonado la zona, pero desconocían el punto exacto donde la banda terrorista había puesto el coche-bomba. Momentos de angustia, de no saber qué hacer y de incredulidad. ETA golpeaba al fútbol español. "Cando estoupou o coche, apareceron policías por todos os lados e dixéronnos que nos metéramos nas cafeterías que había ao redor. Recordo tamén que co efecto da onda expansiva, víanse caer cristais rotos dos edificios da zona. A xente corría". 


Otra bomba y una calma tensa


Los terroristas habían huido de los aledaños del Bernabeu, tras poner la bomba, en un Ford Escort blanco robado. Casi media hora después de la primera explosión, este turismo volaba por los aires con un kilo de dinamita en el asiento del conductor para borrar todas las huellas de los autores. Fue en la Calle Embajadores. Madrid se volvió a quedar quieta, helada, petrificada.

"Estivemos unhas dúas horas na cafetería e despois puxemos rumbo ao Bernabeu. Mentres cruzabamos a Castellana, notábase no ambiente unha calma moi tensa. Todo o mundo estaba expectante e sentíase o nerviosismo co que a xente entraba o estadio. Unha vez, na porta tivemos que pasar varios cordóns policiais para acceder as gradas. A verdade é que moita xente estaba en silencio. Cando empezou o partido, pasábache pola cabeza, ¿e se agora estoupa aquí?", rememora Feliciano. 

Raúl animó las esperanzas madridistas con un golazo desde fuera del área e Iván Helguera en propia puerta puso el empate final en aquel clásico (1-1). El equipo de Vicente del Bosque logró la novena Champions League con una obra de arte de Zidane ante el Bayer Leverkusen. Pero aquella temporada quedó marcada por la facilidad con la que ETA era capaz de organizar un atentado en la capital. El "Comando Madrid" se dedicaba a robar coches por la capital para que después sirvieran de arma. Meses antes ya habían atentado dos veces más y no iba a ser la última. 

"Foi un bo susto", concluye Feliciano. El ourensano todavía tiene la imagen de aquella angustia al teléfono. 16 años han pasado de aquel suceso que alertó al deporte español. Ahora, ETA se desarma. Hasta nunca. 

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