desde la tribuna

Las promesas (in)cumplidas

photo_camera Una deportista cumplió con los últimos metros de la carrera descalza y celebrando su llegada.

Un impulso convierte "El Principito" en tu biblia y te tatúas una boa comiéndose un elefante como signo de desafío deportivo. Ahora la victoria no es ajena, la sientes propia y cada vez quieres más retos. Más metas, más promesas

El tiempo se fuma la vida con cada calada. Cuando te quieres dar cuenta, ves como la nicotina impone su amén. La imprescindible sonrisa se vuelca en un triste ejemplo. La vileza es tu sombra y sin querer te conviertes en otra persona. Aquello que siempre has evitado. Algo que detestas cuanto estas frente al espejo. 

Algo cambia de repente. Sin darte cuenta. No sabes el qué, ni cómo, ni por qué, ni dónde... Tu cuerpo te pide que abandones los excesos y te centres en ti. En cuidarte, en quererte y en vivir. Un impulso vital convierte "El Principito" en tu biblia. Dejas de ver el sombrero en el cuento y te tatúas una boa comiéndose un elefante en tu bíceps. No lo entiendes, pero asimilas la anología como un asunto propio. Es hora de cumplir retos. Por él, por ella, por ellos, por ellas... Ahora ya tienes otro sello más en tu cuerpo. Este es diferente. Te incita a enfrentarte al deporte. Lo necesitas.

La victoria deja de ser ajena  para ser real. Ya no te adelanta por la derecha, sino que eres tú quien la saludas con una sonrisa y la llevas de la mano a la meta. Dejas de ser un imberbe individuo para saludar en forma de caballero y establecer tu propia costumbre. Ya no te peinas, pero te vistes por los pies. Las zapatillas son caras y el asfalto las quema cada día, pero la condena temporal al alcohol te permite invertir en salud.En tu cuerpo. 

La primera vez estás nervioso.  Después de seis meses entrenando quieres acabar la popular. Da igual cómo, solo valoras llegar a la meta y mirar al cielo. Lanzas un beso, señalas que es por él, por ella, por ellos, por ellas... y empiezas a sacar todos los recuerdos de la mochila. Aquella mañana cuando un bache se interpuso en tu tobillo, el frío de las mañanas, la oscuridad de la noche y las fiestas que te perdiste. Pero no te importa. Desechas ese sentimiento de culpabilidad y solo sientes alivio. 

La San Martiño es un escaparate de emociones. Una pasarela de historias con modelos de diferentes tallas, de diferentes edades, de diferentes colores y con objetivos dispares. Cada testimonio se disfraza indispensable en el instante fotográfico que rompes la cinta en la meta. Da igual que sea imaginaria, sabes que tú la has roto. Que tu carrera es una epopeya.

Levantas la mano de tu compañero y te fundes en un abrazo, demasiado sufrimiento. Entras de la mano de tu pareja, sin mirar el tiempo. No importa, lo único que quieres es besarla. Ya ha pasado todo. Tu niño te grita que aceleres y solamente tiene cuatro años. No puedes negarte. Solo confirmar que debes ser un ejemplo. Un espejo en el que mirarse en el futuro. 

El cronómetro sigue avanzando. Cada segundo escribes un párrafo y cada minuto completas la historia. Cuando te quieres dar cuenta, la borras de la mente. Es pura improvisación y lo que está pasando son aventuras reales. Dignas de un libro, no de tu creatividad.

Los aplausos te empujan a disfrutar de un momento único en el que los recuerdos se sienten más presentes que nunca. Los puedes tocar. La felicidad es incontrolable, a pesar de estar exhausto. Te falta el aire. Intentas controlar las pulsaciones, pero es demasiado pronto. Caminas sin rumbo, con la satisfacción del campeón. Con la mano todavía temblando, no te lo acabas de creer. No has ganado ni un euro, ni has mejorado tu récord. Tu lucha era interna, contigo mismo. Te tomas un respiro. Te sientes victorioso. Mañana será otro día. Quieres que no se acabe tu momento y participa involuntariamente tu familia. Es un éxito de todos.

Hace tiempo que el papel es testigo de mis promesas. Las enumero y narro como las cumplo. Algunas me cuestan más, otras menos. La paciencia es mi mejor virtud y desde aquel 10 de marzo de 2013 esta escrita la única que todavía no he cumplido. Que me devuelvan un minuto contigo.

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