Celanova, Xinzo de Limia, Nogueira, Barbantes o el Couto son la nómina de estadios donde el balompié se entiende de otra forma, se respira diferente
Pisar San Rosendo, A Moreira, el José Arjiz, A Regueiriña, A Tella y esta temporada el estadio de O Couto es sinónimo de fútbol, pero del fútbol de verdad. Campos de grandes dimensiones, donde el jugador no está encerrado y donde se vive el fútbol en versión profesional. Césped de piscina de pago, donde las margaritas crecen y te encuentras alguna que otra lombriz.
Son las catedrales, San Mamés en versión rural. Estadios donde llegas cinco minutos antes para lucir tapete en las redes sociales. Ese día está marcado en el calendario y durante la semana se respira otro ambiente en el vestuario. Otra forma de entrenar. Todos quieren ser titulares. No hay excusas. Y si juegas como visitante lo valoras más. Es una vez al año y tiene que estar todo perfecto. Comes dos horas antes como te lo habías marcado, bajas a tomar café para hacer vestuario y llegas con las botas limpias al estadio. Lo de salir la noche anterior ni se contempla.
Sin duda, es diferente. Saltas al campo con otra mentalidad. Otra mirada y la ilusión de sentirte futbolista por una vez en la temporada. O dos, o tres, depende del año.
La afición también es distinta. Aprieta al visitante y critica al local. No es permisiva con el "catenaccio" y es ambiciosa con el "jogo bonito". Hay días, como en todo.
Seguro que el lector también ha sentido en el algún momento ese picorcillo. La ilusión de apretarse los cordones de las botas y salir con la intención de jugar un gran partido. A veces las intenciones se quedan en espejismos. Si se pierde, solo queda pensar que ya queda menos para la temporada que viene.
