¿Se trata del mismo deporte?

XINZO DE LIMIA 24/08/2022. Partido amistoso entre el Antela y el Pabellón, en el campo de fútbol de A Moreira. Miguel Sambréijome
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Las comparaciones son odiosas. Ver un partido del Mundial y otro de “nuestro” fútbol, el que aún sigue en marcha, es contemplar dos mundos diferentes. Y no por la calidad, técnica, físico o capacidades. Eso está asumido. Las categorías son para algo. Hablo de los árbitros. Y no de si son peores, mejores, soportan la presión más o menos. Repito, las categorías están para algo. Me refiero a los tiempos de descuento que se aplican en los encuentros. Mientras en la cita mundialista se ha apostado por prolongar ocho, diez o hasta doce minutos para tratar de compensar las pérdidas de tiempo, en “casa” se sigue la línea continuista de descontar poco y beneficiar al trilero. Unas veces será tu equipo el perjudicado y otras el que se beneficie. Un espectáculo con fácil remedio.

Ver un partido de Primera o Segunda RFEF es, en no pocas ocasiones, un bochorno. Equipos que pierden tiempo descaradamente desde la primera mitad. Enfrente, un árbitro cobarde, que no para de avisar y charlar como si fuese una suerte de psicólogo de marca blanca. Lo chulean. Constantemente. Y luego descuenta cuatro minutos y para casa con el sueldo ganado. Son cobardes. Pero ahora vemos como sus colegas sí pueden acercarse a la justicia un poco más. ¿Por qué ellos no? Benefician al infractor. Les da lo mismo. Así nos va y así les va. Luego te cuentan milongas. 

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