El último día de la semana es donde se concentran los partidos de fútbol y también las lesiones en las clínicas
Es raro que Marta y Laura, enfermeras de una clínica de urgencias en Ourense, no vean algún futbolista durante una tarde de domingo. Es casi imposible. El lesionado o magullado aparece con el chándal del equipo en cuestión con ficha en mano y la idea de tener que matar el tiempo leyendo con el móvil en la sala de espera.
Entre ellas, mascullan. No se les entiende nada, pero a medida que van desapareciendo los futbolistas de la clínica la sonrisa les aparece. Sin embargo, se marchan unos y entran otros. Tienen ojos de traumatólogo. Según el caminar del futbolista, ya conocen la gravedad y la patología que traen. No necesitan ni subirse a la camilla para presagiar el diagnóstico.
Terminan el turno y respiran aliviadas. Han pasado futbolistas de Primera, de Segunda, de categorías inferiores, otros deportistas y alguna conocida de la clínica. "Carmen, visita diaria, ¿no?", dice una. La otra con una palmadita le indica el camino hacia la atención. El próximo domingo intentarán pedir el turno de mañana. Mal será que un benjamín o alevín, tenga una lesión y haga una vez más la ruta obligatorio cuando lo tuyo es el fútbol.
