El cangués se convirtió en el español con un mayor número de medallas olímpicas al sumar en Londres la quinta, una plata en la final de C-1 1.000, que se adjudicó el alemán Brendel

Cal, el más grande

David Cal
Cal ya era leyenda del olimpismo español y, desde ayer, es el más grande. Un cangués que se convierte en el deportista con más medallas en los Juegos representando a España.
Ayer se hizo con su quinta presea. La cuarta de plata y, probablemente, en la recta más complicada de todas las que disputó en las citas olímpicas. Al menos, resultó la más ajustada. A falta de 250 metros, el de Aldán figuraba en la quinta posición y se sacó de su pala, de sus brazos y de su canoa, un esprint magnífico.
En ese último tramo, David Cal fue el más rápido de todos, con un parcial de 55.960 que le sirvió para sobrepasar al francés Mathieu Goubel primero y después al uzbeko Vladimir Menkov. En ese momento, y a menos de cien metros, ya era medalla de bronce y luchaba por sobrepasar también al canadiense Mark Oldershaw. Lo logró en el tramo final, a falta de unos 20 metros y cuando no quedaba tiempo para una progresión hasta la primera posición. Plata histórica.
El alemán Sebastian Brendel ganó la prueba tras una carrera casi perfecta, en la que pasó los primeros 250 metros en cuarta posición y en la mitad de la prueba era segundo, casi en el mismo tiempo de Menkov, que lideraba la prueba en ese instante. A partir de ahí, el 'teutón' se lanzó a por el oro con un ritmo imposible de seguir para el resto de competidores.
Por su parte, David Cal salió lento. Podía pensarse que excesivamente lento, pero es que el nivel de la prueba rozó cotas impensables en las eliminatorias. Salvo el ruso Ilia Shtokalov, parecía que cualquiera de los canoístas podía aspirar al podio en los últimos metros con una buena reacción final. No obstante, sólo la realizó David Cal de forma efectiva, casi mágica porque su último parcial no sólo fue el mejor de todos los participantes, sino que también resultó el mejor propio. Es decir, realizó un kilómetro en negativo y sus últimos 250 metros fueron más rápidos que los primeros. Algo casi imposible de realizar, sólo al alcance del más grande.
El cronómetro indica que su preparación para la prueba resultó perfecta y que el cangués supo leer una recta de 1.000 metros especialmente dura por el ritmo impuesto desde el comienzo. Una barbaridad.
Una velocidad que destrozó al actual campeón olímpico, Attila Vajda, que perdió demasiado y también quiso reaccionar en el último parcial, pero se quedó lejos de las medallas.
Preseas que sí alcanzó David Cal, que tuvo una mejor lectura de la competición y la fe y la fuerza suficiente para sobrepasar a sus predecesores en los últimos metros. El factor físico acompañó, pero la medalla de plata de ayer también tuvo un importante componente mental. El de Aldán supo estar en su sitio en cada momento y atacar cuando lo necesitó.

Paco Cubelos, séptimo
El español Paco Cubelos se clasificó séptimo en la final de K-1 1.000 metros. El oro fue para el noruego Eirik Veras Larsen. El canadiense Adam van Koeverden terminó segundo y el alemán Max Hoff, tercero. Mañana llega la hora de Teresa Portela, que participa en el K-1 2oo metros.

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