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El Celta resucita con victoria en Villarreal

Los jugadores del Celta celebran el triunfo ante el Villarreal.
photo_camera Los jugadores del Celta celebran el triunfo ante el Villarreal.
Dos goles de Aspas y uno de Pione le dan el primer triunfo en la era Óscar García: gana tras cinco derrotas seguidas, vence fuera un año después y exhibe mejoría.

Llevado el argumento al extremo –tan simplista como definitorio–, cualquier decisión táctica en el fútbol se fundamenta en el dilema entre seguridad o libertad. En cuál de los dos factores es el que va a definir tu apuesta. Si utilizas el riesgo como punto de partida y no como punto de retroceso; si asumes el miedo o lo conviertes en una coraza. El Celta ganó ayer. Lo que ya de por sí es noticia después de cinco derrotas consecutivas. Ganó fuera después de más de once meses y medio. Lo que ya de por sí es noticia. Se impuso en el mismo campo donde había logrado su último triunfo como visitante. Lo que ya es noticia. Y lo hizo sin florituras pero apostando por la libertad antes que por la seguridad. Lo que seguramente es la mejor noticia. Porque la plantilla se siente identificada con ese cierto espíritu banzai. Aunque los partidos, como el de ayer, puedan caer de un lado u otro. Porque, al menos, sabes que puede caer del tuyo si aciertas más que el rival. Lo que sucedió en el Estado de la Cerámica.

La personificación de esa apuesta futbolística, realizada por Óscar García Junyent –técnico que sólo ha actuado como visitante hasta el momento pero que en sus dos partidos ha dado personalidad al equipo–, fue Denis Suárez. Estaba el de Salceda desnortado, incapaz de responder a las responsabilidades tácticas que le pedía Fran Escribá. Nada inhumano, bien es cierto. Pero, al final, ataduras tácticas que se convirtieron en mentales.  Ayer, el canterano definió el sistema ideado por su técnico con un puesto de enorme libertad. Fue interior, mediapunta y segundo delantero y lideró la presión. Según su posición, el dibujo pasaba de un 4-4-2, a un 4-3-3 o a un 4-5-1. Con Pione Sisto y Brais Méndez ocupándose de las bandas, Denis tenía más tiempo para jugar con el balón. Y jugó.

Las novedades tácticas celestes sorprendieron tanto al espectador como al rival. Al Villarreal le llevó un tiempo descifrar el jeroglífico celeste, lo que permitió al Celta entrar al partido sin agobios, teniendo el balón y apostando por la presión alta que ya está definiendo su juego, como el de tantos otros equipos de Primera. Al cuarto de hora, además, los de Óscar García Junyent se demostraron que no iba a ser otro partido de control sin llegada. Hugo encontró a Brais entre líneas y el mosense conectó con Pione Sisto –de nuevo titular– pero el danés no halló la manera de rematar con precisión dentro del área. Seis minutos después, fueron Denis y Aspas los que idearon una acción vertical y veloz hacia la portería rival. Al rato, Pione ve la subida de Mallo y el centro de éste no lo caza por poco el de Moaña en boca de gol. La intención era más visitante que local, aunque el Villarreal a punto estuvo de aprovechar algún error en campo propio celeste. Sin asustar a Sergio Álvarez –que ocupó la portería por el lesionado Rubén– sí dejaban entrever su calidad arriba. Pese a que Cazorla, el factor diferencial, estaba especialmente vigilado, con Pape como su principal sombra.

El encuentro estaba equilibrado. Y con las dos áreas no demasiado pisadas pero tampoco vírgenes. Llegar sin goles al descanso era visto por ambos contendientes como un premio escaso, así que la segunda parte prometía.

Como le había ido bien, el Celta mantuvo el diseño de la primera mitad pero con un matiz. Denis bajó unos metros y encontró una zona del campo donde poder ejercer de tiralíneas. Un pecado que el Villarreal, su exequipo, iba a pagar caro. Antes de los diez minutos, el de Salceda dibujó un pase en profundidad hacia la carrera de un Pione Sisto que siempre ofrece salidas –aunque no todas buenas–. El danés recortó hacia dentro y se escapó de lateral y central, encontró hueco y disparó. Con la fortuna de que Asenjo sólo pudo desviar ligeramente el balón  y llegó el gol.


Empate inmediato


Javi Calleja reaccionó desde el banquillo local sentando a Iborra para dar salida  a Moi Gómez, en un cambio netamente ofensivo. Y lo cierto es que el empate no tardó en llegar. Quintillá y Gerard Moreno –cada vez más atacante global que delantero– tiraron una pared demasiado sencilla como para que el lateral llegase tan solo al área. Su pase atrás lo remató Samu a gol. Empate. Aidoo y Mallo habían salido a cubrir la banda y nadie cubrió la ausencia del central dentro.

Era el momento del partido. Con Santi Mina ya sobre el campo, el minuto 70 definió ese punto de equilibrio: de poder marcar el ariete vigués, tras otra gran acción de Denis, se pasó en segundos a una clara ocasión de Gerard Moreno en el otro área. La moneda cayó del lado celeste en una acción a balón parado, una falta lateral en la que Olaza golpeó el balón, que tropezó en la barrera, que fue a parar a los dominios de Aspas, que fue rematado por éste, que tropezó ligeramente en Peña, que rozó el poste y que acabó en gol.

Faltaba un cuarto de hora. A sufrir. Costas sustituyó a Denis. Ahora ya importaba más la seguridad que la libertad. Defensa de cinco que no evitó un disparo al larguero de Ontiveros. Pero también que no impidió el canto a la libertad del gol definitivo de Aspas, corriendo el espacio y pausando el tiempo. Victoria. Por fin.

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